Jesús González no pudo tener mejor escuela. Durante algún tiempo estuvo aprendiendo el oficio de cocinero en Las Bridas, donde Manuel Sierra y su mujer, María Soto, dictaban a diario cátedra en lo quese refiere al producto y a su tratamiento. No se ha comido mejor en Jerez que en ese templo donde la ensaladilla ha sido copiada infructuosamente en la mayor parte de los casos y donde las frituras de pescado, la plancha y el cocido del marisco no han tenido continuidad al mismo nivel.

En La Bocacha, negocio que el propio Jesús abrió a pocos metros, han sabido mantener la estela de la excelencia. Es cierto que las comparaciones han estado a la orden del día, y que cuando te comparan con Messi no es fácil estar a la altura.

En La Bocacha lo han conseguido y el fruto es una clientela numerosa y fiel a la que Jesús González ha sabido dar lo mejor, como su maestro Manolo en el viejo local del Paseo de la Rosaleda.

La plancha es soberbia, como demuestra lo mismo con unos calamares, unas huevas de caballa o una ventresca de atún.

Pero el frito lo trabaja como pocos, lo que demuestra con creces con las acedías, las puntillitas, los boquerones y hasta con las croquetas de cecina.

Pero me van a permitir que me rinda públicamente ante el gallo, que es una obra de arte de principio a fin y un motivo en sí mismo para regresar a La Bocacha cuantas veces sea menester.

 

LA BOCACHA. Calle Paraíso, 4. 11405 Jerez (Cádiz).