Pediculosis
La pediculosis es una enfermedad de ámbito mundial que se da en la población urbana y en la rural
A la parasitación por piojos se la denomina clínicamente como pediculosis, es por tanto la infestación de la cabeza por el parásito pediculus capitis (piojo de la cabeza), normalmente circunscrita al cuero cabelludo, aunque en casos más graves también afecta a cejas y pestañas. La sintomatología consiste en un fuerte y persistente picor en la cabeza, localizado con mayor intensidad en la nuca y tras las orejas, producido como reacción a la saliva que el piojo inyecta durante la picadura. Este picor puede provocar, secundariamente y por efecto del rascado, desde la irritación o enrojecimiento a la excoriación del cuero cabelludo y favorecer la aparición de infecciones bacterianas, a veces con fiebre, costras serosas y/o inflamación de los ganglios linfáticos, en especial de la región cervical.
El pediculus capitis es un insecto sin alas, los adultos del piojo aunque de muy pequeño tamaño (alrededor de 2 mm los machos y 3 mm las hembras) son detectables a simple vista, aunque lógicamente los estados juveniles (ninfas), más pequeños, se ven con mayor dificultad. La hembra madura, una vez fecundada, para realizar su puesta ‘abraza’ a un pelo, a poca distancia de su raíz, deposita un huevo junto con una sustancia que envuelve el cabello, al conjunto formado por el huevo y su unión al pelo se le conoce como liendre. En condiciones favorables un piojo adulto puede vivir de veinte a treinta días, y durante este tiempo pueden repetirse nuevas cópulas y nuevas puestas de liendres, el número de huevos que una hembra puede depositar durante su vida puede alcanzar los 150-200.
El hecho de que los piojos de la cabeza vivan circunscritos al hábitat que constituye el cabello humano, se explica por la fuerte dependencia de estos a este medio, al que se ha adaptado estrechamente como para satisfacer todas sus necesidades, temperatura y humedad estables, refugio, acceso ilimitado al alimento, acceso a la pareja, soporte para sus puestas y ausencia de depredadores. La transmisión de la pediculosis como afección es la transmisión de los piojos de un huésped a otro, y la situación que favorece este traslado es el contacto directo con los pelos de otra persona, los piojos no saltan ni vuelan por lo que tiene que existir verdadero contacto para que el piojo pueda adherirse a los pelos. Fortuitamente un piojo puede ser arrastrado de forma mecánica, por ejemplo por un peine, y adherirse al pelo de una segunda persona que utilice el mismo peine, del mismo modo puede ser transportado entre las fibras de cintas del pelo, diademas, coleteros, sombreros, pañuelos, etc.
Si esta nueva infestación está constituida por un ejemplar sin capacidad de reproducirse (machos y hembras no fecundadas) y no se incorporan nuevos individuos, no pasará de una ligera molestia que finaliza cuando el piojo muera al final de su desarrollo o por otras circunstancias. En cambio si se trata de una hembra fecundada podrá provocar una verdadera infestación, ya que podrá comenzar a depositar liendres e iniciar una nueva generación de piojos. . Cuando los piojos entran en contacto con el agua, durante la ducha o el baño, automáticamente cierran sus orificios respiratorios, aferrándose firmemente al pelo, y dependiendo de la duración de la inmersión entran en un estado de letargo que les permite aguantar esta situación el tiempo suficiente para después volver a su estado normal de actividad (hasta cuatro horas), es por ello que resisten al aseo normal con agua o champú y tampoco se desprenden durante una inmersión en una piscina o en el mar.
Cualquier persona de cualquier edad puede padecer pediculosis, sin embargo se ha comprobado que las mujeres son más susceptibles que los hombres, y que la población de riesgo esta en las edades que abarcan la infancia y la adolescencia, siendo también las niñas más proclives a infestarse con piojos que los niños. Esta prevalencia en la población infantil es debida principalmente a su comportamiento, ya que la forma de relacionarse entre sí conlleva un contacto frecuente y prolongado entre sus cabellos, que como ya vimos es el principal medio de transmisión, y los principales lugares de propagación, por la concentración y largo tiempo de contacto, son los centros escolares, aunque adultos y niños no escolarizados también pueden ser afectados en otras situaciones, especialmente en el ámbito familiar.
Se puede afirmar que el hogar, entendido como el conjunto de personas que constituyen un grupo familiar, es el ‘reservorio’ de la enfermedad y el centro escolar el ‘medio’ de propagación.
La pediculosis es una enfermedad de ámbito mundial que se da en la población urbana y en la rural, podríamos
decir que se padecerá una infestación por piojos al menos una vez en la vida infantil o juvenil.
En cuanto al estatus socioeconómico puede afirmarse que todas las clases sociales pueden estar afectadas, y debe quedar claro que la pediculosis no está relacionada directamente con una mala higiene, si bien aunque unas buenas condiciones de aseo personal no previenen de la infestación, el descuido de la higiene contribuye a agravarla y a hacerla persistente, constituyendo un posible foco de propagación.
Los primeros indicios de que un niño puede estar infestado por piojos son el frecuente rascado de la cabeza, y la confirmación del diagnóstico es la detección de los piojos o de las liendres. Por tanto, la forma más eficaz para detectar y prevenir la pediculosis es el diagnóstico precoz, siendo el mejor método preventivo para combatir la pediculosis la revisión periódica manual de la cabeza de los y las niñas con edades comprendidas entre los tres y doce años.
Existen otras medidas necesarias, pero ésta debe ser la primera e ineludible: la detección precoz de la infestación hará mucho más efectiva la lucha contra el parásito y la aparición de brotes. Se trata de adoptarla como una actividad más de las que depende la salud de los y las hijas, integrándola como parte de la rutina del aseo personal. También debemos educar para evitar que intercambien prendas u objetos personales que se usen en la cabeza, promover el uso de peines u otros objetos de aseo o adorno de uso individual, mantener una buena higiene personal del cabello y llevar el pelo recogido.
En cuanto al tratamiento, existen varios métodos, la extracción manual con el pelo húmedo y la lendrera que es al mismo tiempo un método de detección y eliminación y es totalmente inocuo, la aplicación de aceites que les provoca asfixia (aceite de oliva), no se garantiza la muerte de todos los individuos de la población, pero afecta a su actividad, lo que facilita su extracción. En cuanto al tratamiento con productos que contienen insecticidas (pediculicidas), es lo más extendido en nuestro país para la curación de la pediculosis. Son productos tóxicos que deben manejarse con cuidado, solo se usaran si se confirma la infestación, no deben usarse de forma preventiva ni genérica, ya que son tóxicos además pueden producir resistencias, y no deben aplicarse a menores de dos años ni a mujeres embarazadas o que se hallen en el momento de la lactancia.
El pediculus capitis es un insecto sin alas, los adultos del piojo aunque de muy pequeño tamaño (alrededor de 2 mm los machos y 3 mm las hembras) son detectables a simple vista, aunque lógicamente los estados juveniles (ninfas), más pequeños, se ven con mayor dificultad. La hembra madura, una vez fecundada, para realizar su puesta ‘abraza’ a un pelo, a poca distancia de su raíz, deposita un huevo junto con una sustancia que envuelve el cabello, al conjunto formado por el huevo y su unión al pelo se le conoce como liendre. En condiciones favorables un piojo adulto puede vivir de veinte a treinta días, y durante este tiempo pueden repetirse nuevas cópulas y nuevas puestas de liendres, el número de huevos que una hembra puede depositar durante su vida puede alcanzar los 150-200.
El hecho de que los piojos de la cabeza vivan circunscritos al hábitat que constituye el cabello humano, se explica por la fuerte dependencia de estos a este medio, al que se ha adaptado estrechamente como para satisfacer todas sus necesidades, temperatura y humedad estables, refugio, acceso ilimitado al alimento, acceso a la pareja, soporte para sus puestas y ausencia de depredadores. La transmisión de la pediculosis como afección es la transmisión de los piojos de un huésped a otro, y la situación que favorece este traslado es el contacto directo con los pelos de otra persona, los piojos no saltan ni vuelan por lo que tiene que existir verdadero contacto para que el piojo pueda adherirse a los pelos. Fortuitamente un piojo puede ser arrastrado de forma mecánica, por ejemplo por un peine, y adherirse al pelo de una segunda persona que utilice el mismo peine, del mismo modo puede ser transportado entre las fibras de cintas del pelo, diademas, coleteros, sombreros, pañuelos, etc.
Si esta nueva infestación está constituida por un ejemplar sin capacidad de reproducirse (machos y hembras no fecundadas) y no se incorporan nuevos individuos, no pasará de una ligera molestia que finaliza cuando el piojo muera al final de su desarrollo o por otras circunstancias. En cambio si se trata de una hembra fecundada podrá provocar una verdadera infestación, ya que podrá comenzar a depositar liendres e iniciar una nueva generación de piojos. . Cuando los piojos entran en contacto con el agua, durante la ducha o el baño, automáticamente cierran sus orificios respiratorios, aferrándose firmemente al pelo, y dependiendo de la duración de la inmersión entran en un estado de letargo que les permite aguantar esta situación el tiempo suficiente para después volver a su estado normal de actividad (hasta cuatro horas), es por ello que resisten al aseo normal con agua o champú y tampoco se desprenden durante una inmersión en una piscina o en el mar.
Cualquier persona de cualquier edad puede padecer pediculosis, sin embargo se ha comprobado que las mujeres son más susceptibles que los hombres, y que la población de riesgo esta en las edades que abarcan la infancia y la adolescencia, siendo también las niñas más proclives a infestarse con piojos que los niños. Esta prevalencia en la población infantil es debida principalmente a su comportamiento, ya que la forma de relacionarse entre sí conlleva un contacto frecuente y prolongado entre sus cabellos, que como ya vimos es el principal medio de transmisión, y los principales lugares de propagación, por la concentración y largo tiempo de contacto, son los centros escolares, aunque adultos y niños no escolarizados también pueden ser afectados en otras situaciones, especialmente en el ámbito familiar.
Se puede afirmar que el hogar, entendido como el conjunto de personas que constituyen un grupo familiar, es el ‘reservorio’ de la enfermedad y el centro escolar el ‘medio’ de propagación.
La pediculosis es una enfermedad de ámbito mundial que se da en la población urbana y en la rural, podríamos
decir que se padecerá una infestación por piojos al menos una vez en la vida infantil o juvenil.
En cuanto al estatus socioeconómico puede afirmarse que todas las clases sociales pueden estar afectadas, y debe quedar claro que la pediculosis no está relacionada directamente con una mala higiene, si bien aunque unas buenas condiciones de aseo personal no previenen de la infestación, el descuido de la higiene contribuye a agravarla y a hacerla persistente, constituyendo un posible foco de propagación.
Los primeros indicios de que un niño puede estar infestado por piojos son el frecuente rascado de la cabeza, y la confirmación del diagnóstico es la detección de los piojos o de las liendres. Por tanto, la forma más eficaz para detectar y prevenir la pediculosis es el diagnóstico precoz, siendo el mejor método preventivo para combatir la pediculosis la revisión periódica manual de la cabeza de los y las niñas con edades comprendidas entre los tres y doce años.
Existen otras medidas necesarias, pero ésta debe ser la primera e ineludible: la detección precoz de la infestación hará mucho más efectiva la lucha contra el parásito y la aparición de brotes. Se trata de adoptarla como una actividad más de las que depende la salud de los y las hijas, integrándola como parte de la rutina del aseo personal. También debemos educar para evitar que intercambien prendas u objetos personales que se usen en la cabeza, promover el uso de peines u otros objetos de aseo o adorno de uso individual, mantener una buena higiene personal del cabello y llevar el pelo recogido.
En cuanto al tratamiento, existen varios métodos, la extracción manual con el pelo húmedo y la lendrera que es al mismo tiempo un método de detección y eliminación y es totalmente inocuo, la aplicación de aceites que les provoca asfixia (aceite de oliva), no se garantiza la muerte de todos los individuos de la población, pero afecta a su actividad, lo que facilita su extracción. En cuanto al tratamiento con productos que contienen insecticidas (pediculicidas), es lo más extendido en nuestro país para la curación de la pediculosis. Son productos tóxicos que deben manejarse con cuidado, solo se usaran si se confirma la infestación, no deben usarse de forma preventiva ni genérica, ya que son tóxicos además pueden producir resistencias, y no deben aplicarse a menores de dos años ni a mujeres embarazadas o que se hallen en el momento de la lactancia.
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