La censura y el polígrafo

Publicado: 22/07/2023
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Vemos censura, pero también vemos fantasmas, e influye, por supuesto, esta insólita convocatoria de elecciones en pleno verano
Cuando en la época del colegio nos hablaban de las dictaduras -de todas- y, especialmente, del franquismo, apenas alcanzaban a relatarnos muchas de las atrocidades cometidas en contra de los derechos y libertades de las personas, pero sí supimos captar la dimensión de esa funesta realidad a través de conceptos mucho más concretos, como por ejemplo la censura: la prohibición de libros y películas, la persecución de artistas y creadores, la vida en el exilio de muchos de ellos -¿por qué Machado murió en Colliure?, ¿por qué asesinaron a Lorca?, eran preguntas que nos asaltaban desde los libros de texto a partir de la dimensión de unos nombres propios que prestigiaban nuestra cultura-.

Aquella censura ejercida en España durante décadas, y que va más allá del cura de Cinema paradiso obligando a suprimir los besos en cada proyección o de cuantos cruzaron la frontera francesa para ver Emmanuelle o El último tango en París, tuvo como consecuencia el acceso tardío a obras fundamentales, o no, pero siempre desde el ejercicio de la libertad de elección. A mí me dio la oportunidad de poder ver en una sala de cine películas como Mogambo, Las nieves del Kilimanjaro o Senderos de gloria, sin cortes ni diálogos adulterados. Permanecen ahí como un bonito recuerdo de infancia y como reflejo de un pasado censor que, en ocasiones, ha reaparecido -o se nos ha atravesado, hasta incluso atropellarnos- en forma de autocensura o, desde hace algunas semanas, bajo el carácter represor de entonces.

Estoy de acuerdo con Fernando Grande Marlaska en que las cancelaciones de varias obras de teatro, así como de la proyección de Buzz Lightyear (!) por orden de gobiernos municipales vinculados a la extrema derecha no pueden calificarse como meras anécdotas y que hay que denunciarlo y combatirlo, pero del mismo modo hay que apuntar en la dirección de otros sectores progresistas que han hecho de la cultura de la cancelación su santo y seña, lo que no deja de ser otro tipo de censura encubierta que afecta ya a la comercialización y emisión de determinadas películas, desde Lo que el viento se llevó a La vida de Brian y algún que otro clásico de Disney.

Vemos censura, pero también vemos fantasmas, e influye, por supuesto, esta insólita convocatoria de elecciones en pleno verano -a traición, diría un amigo mío- y justo después de las municipales, que ha obligado a polarizar los mensajes y a acotar territorios y marcos mentales que sitúen al elector indeciso en una encrucijada o, más bien, en la bifurcación de un río que conduce a un remanso o a un paraje inhóspito, como ocurre en aquel episodio de Los Simpsons en el que, por supuesto, eligen el segundo.

En Jerez, por ejemplo, se ha conocido que el Ayuntamiento ha decidido cancelar este otoño la celebración de dos festivales de música, el Xera y el Intramuros, estrechamente vinculados a Ganemos e Izquierda Unida, respectivamente. Una vez confirmada la noticia, ambas formaciones han acusado de “censor” al responsable del área. Valga, de entrada, que ambos ciclos de conciertos han sido un acierto dentro de la programación cultural de la ciudad, pero no creo que lo que esté en juego sea su continuidad, bajo otro nombre o formato -y si no habrá que reivindicarlo-, sino el modelo de gestión de los mismos; es decir, que sigan llevando el sello de Ganemos y de IU.

El PSOE local ha aprovechado también la campaña para poner el acento en otra cuestión predominante: la mentira. Van a ejercer, dicen, como “polígrafo” municipal, y cabe pensar si este tipo de máquinas no son del tipo de las que se te vuelven en contra. Han encontrado argumentos en el desmantelamiento del Grupo Beta de la Policía local. El PP quiere que haya más agentes de uniforme por las calles para dar más sensación de seguridad y el PSOE dice que es un equipo fundamental para actuar contra la delincuencia. La cuestión es que es un grupo de reconocida valía profesional, pero integrado por... 12 agentes. Ni te va a dar más presencia policial, ni parecen suficientes para combatir a los malos. Lo que hacen falta son más policías. A ver si pasa ya el 23J y empieza a predominar la sensatez.

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