Un hombre que pasó 6 horas en un guardarraíl en la V-31: "Esto se podría haber evitado"

Publicado: 31/10/2024
Eran más de un centenar de personas y allí permanecieron más de seis horas, en las que vieron cómo la fuerza del agua arrastraba coches, camiones, muebles...
Juan Ferrairó pasó la noche del pasado martes seis horas en un guardarraíl en la V-31, en la conocida como pista de Silla, junto a más de un centenar de personas, en la salida de Valencia hacia Alicante, donde el agua provocó un atasco y un "embudo" en el que se vieron atrapados los conductores de centenares de coches.

En una conversación con EFE, Juan narra la secuencia de esa noche y agradece que al final lo suyo se quedara sólo "en un susto", con algunos moratones. Señala que si las autoridades hubieran alertado una hora antes de la situación de emergencia, "esto no hubiera pasado, se podría haber evitado".

Este vecino de Gandía había ido esa tarde a Valencia a dejar a su hijo, que estudia en la universidad. "Pasé por la pista de Silla sobre las 18:50 horas. No llovía ni había mal tiempo, sólo viento". Dejó a su hijo en el piso de estudiantes y emprendió el viaje de vuelta.

A la salida de la ciudad le sorprendió que los coches estuvieran parados. "No había ningún aviso y pensé que debía ser un accidente", relata. Le dijeron que había agua en la calzada y algunos coches dieron la vuelta. Empezó a generarse un embudo, una cola de unos tres o cuatro kilómetros, en la que había tráilers, autobuses y unos 400 vehículos.

Y, en cuestión de minutos, el agua empezó a subir. Primero a las ruedas, después al tubo de escape hasta que llegó a la altura de las ventanas y por la presión empezó a filtrarse por las puertas y las juntas.

Juan recuerda que fue en ese momento, sobre las 20:00 horas, cuando recibió en el móvil el mensaje que Protección Civil envió a todos los móviles de ciudadanos de la Comunidad advirtiendo de que no se circulara por las carreteras de la provincia.

Asegura que mantuvo la serenidad, abrió las ventanas y salió del coche. "El agua me llegaba al ombligo", asegura, y ayudó a salir a una chica que viajaba en el coche de al lado. En otros había personas "histéricas" y abandonaron los coches.

El agua empezó a arrastrar los vehículos y optó por subirse a la medianera, un muro de hormigón de un metro de altura. "El agua iba con una velocidad tremenda, una barbaridad", recuerda. "Un grupo de cinco personas nos cogimos de la mano y caminamos por encima de la medianera hasta que llegamos a la altura de los guardias civiles. Caminamos en dirección a Valencia pero cada vez venía más agua", por lo que decidieron no continuar y se subieron a un guardarraíl.

Eran más de un centenar de personas y allí permanecieron más de seis horas, en las que vieron cómo la fuerza del agua arrastraba coches, camiones, muebles, alimentos y el material que se había llevado por delante de los comercios, hoteles y empresas de la zona, próxima al centro comercial y de ocio MN4, a Carrefour y a la tienda de Ikea, en el municipio de Alfafar, y que les golpeaba a su paso.

A las tres de la mañana el nivel del agua empezó a bajar y la gente buscó entonces refugio para pasar la noche. Él optó por el hotel La Albufera, que estaba a unos 200 metros. Cuando llegó no había nadie en la entrada. Los cristales del recibidor estaban reventados y había gente en el interior buscando dónde descansar y comer algo.

"Llamé a mi mujer para tranquilizarla", señala, y descansó hasta las siete de la mañana. Cuando salió del hotel el escenario era de terror, con unos coches encima de otros. Encontró el suyo, inservible. Unos guardias civiles pararon el coche de un chico para que le llevaran a Valencia.

Recuerda el desconcierto de ir andando por la ciudad, "donde no había pasado nada", todavía mojado, manchado de barro y con la gente haciendo vida normal.

Él pudo mantener la serenidad en todo momento porque viajaba solo. "Si hubiera ido con mi mujer y mis hijos, la situación hubiera sido diferente", reconoce. Le ayuda también su carácter. "Soy una persona tranquila y positiva", bromea. Sus amigos organizan ahora una comida para celebrar que ha vuelto a nacer. 

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