La vagina ha sido durante muchos años tabú para muchas mujeres. Hasta hace poco tiempo, las madres no les hablaban a las hijas de su vagina, ni de cómo sería la regla cuando les llegara, todo era tabú. Muchas mujeres, no descubrían su sexo hasta pasados algunos años. Y a veces con sorpresa, pues en la noche de bodas se han dado casos de mujeres que al ver el miembro del varón se escondieron en un armario o en otra habitación con la creencia de dónde quería su marido meterle eso a ella. Parece broma pero no lo es. La desinformación era total. Hay que decir que el sexo es salud y no un tabú. El sexo es libertad y placer y toda mujer tiene derecho a conocerlo y disfrutarlo. En un mundo de hombres, el sexo masculino alardea de llevar la batuta, cuando la realidad es que es la mujer la que marca los tiempos. Parece ser que el falo erecto es signo de virilidad y que, sin embargo, la vagina es secundaria, una simple pieza que solo encaja con el falo, sin importar el placer de la mujer. Hay culturas donde el sexo femenino se representa dándole la importancia que tiene. Por ejemplo, en la India, EL YONI es un símbolo de los genitales femeninos con forma de flor, de triángulo o de óvalo de dos puntas.
Hace miles de años, este símbolo había sido objeto de adoración por considerarlo más poderoso que su equivalente masculino, una creencia que se transmitió al tantrismo, cuyo principio central es la incapacidad del hombre para alcanzar la plenitud espiritual si no es a través de la unión sexual y emocional con la energía espiritual superior de la mujer. Las últimas tres décadas de feminismo, también han estado marcadas por una profunda ira, a medida que se revelaba la verdad sobre la violencia ejercida contra el cuerpo femenino, ya fuese en forma de violación, abusos sexuales infantiles, violencia contra las lesbianas, malos tratos físicos, acoso sexual, terrorismo contra la libertad reproductiva, o el delito internacional de mutilación de los genitales femeninos. Como se observa, el sexo femenino, la vagina, el Yoni o el coño, como quieran llamarlo, ha sido durante muchos años causa de agresión y de superioridad por determinados machos de piaras.
Decir vagina no es un delito. Que la mujer conozca su vagina es de suma importancia. Y repito vagina las veces que haga falta, porque no se ha acuñado una palabra más amplia y envolvente, que realmente describa la zona entera y todas sus partes. “Chocho” –o “chochito”– probablemente sea mejor palabra, pero se asocia con demasiadas cosas. Además, no creo que la mayoría de las mujeres tengan una idea clara de a qué se refieren cuando dicen “chocho”. “Vulva” es una buena palabra; es más específica, pero no creo que la mayoría de las mujeres tengan claro qué incluye la vulva. “Vagina” no es una palabra pornográfica; de hecho, es una palabra médica, un término para referirse a una parte del cuerpo, al igual que “codo”, “mano” o “costilla”. Puede que no sea pornográfica, pero es una palabra fea -dice alguna gente-. ¿Y si nuestras hijas llegaran a oírla? ¿Entonces qué les diríamos?” “A lo mejor podríais decirles que ellas tienen una vagina, si es que no lo saben ya. A lo mejor podríais celebrar eso”. “Pero no llamamos “vaginas” a sus “vaginas”, me dicen. ¿Cómo las llamáis?, les pregunto. Y me dicen: “rajita”, “patatita”, “castañita”, “agujerito”... y la lista continúa, interminable (Del libro Monólogos de la vagina).
En algunas terapias sexuales, se les pregunta a las mujeres “estás ilusionada con tu vagina; quieres estudiarla y explorada y presentarte a ella, y descubrir cómo escucharla y darle placer y mantenerla sana, sabia y fuerte”. Pues aprende a satisfacerte a ti misma y enseña a tu amante a satisfacerte. La mujer tiene que ser consciente de su vagina todo el día, donde quiera que esté; en el coche, en el supermercado, en el gimnasio, en la oficina. Debe ser consciente de esta parte preciosa, bellísima, portadora de vida que tiene entre las piernas, y eso debe hacerla sonreír. Mujer, dilo abiertamente ¡tengo vagina, tengo coño y tiene un olor especial, es mi coño”. Y no parto peras con los machistas. Allá ellos con sus falos.