Este fin de semana se ha demostrado, una vez más, la enorme
importancia que tiene la
Esperanza Macarena para la ciudad de Sevilla. Mientras el mundo estaba pendiente de los movimientos en torno a Irán e Israel y una posible
Tercera Guerra Mundial, la ciudad de Sevilla se preocupaba por un
cambio en su mayor tesoro emocional: la Esperanza Macarena.
Hace unos meses, la Junta de Gobierno de la hermandad acordó llevar a cabo
labores de conservación en todos sus titulares. Desde principios de junio, estas tareas se realizaron en el
Señor de la Sentencia y en la
Virgen del Rosario. Hasta ahí, todo bien. El problema surgió este sábado, cuando
se repuso al culto la Virgen de la Esperanza y el comentario era unánime: “
no es la misma”.
Mucho se puede debatir sobre si realizar unas labores que suelen prolongarse durante meses en
tan solo cinco días ha sido lo correcto, o sobre si se trató
de una conservación o una restauración -esta última requiere la aprobación del Cabildo de Oficiales-, pero lo cierto es que el
malestar era evidente.
Lágrimas de impotencia poblaban la Basílica. Ante el
descontento generado, por la colocación de unas n
uevas pestañas a la Santísima Virgen y la
limpieza de la imagen, la Junta de Gobierno decidió
cerrar la Basílica una hora antes y realizar una intervención para
subsanar un “fallo estético”, como se apuntó desde la propia hermandad, y que constituía un cambio que
alteraba por completo la mirada de la Esperanza.
A las 18:00 del sábado, la Basílica
volvió a abrir y la mirada de la Virgen había cambiado, pero aún eran muchos los que no estaban satisfechos con esta intervención, e incluso
algunos seguían asegurando que “no era la misma”. Durante toda la jornada del sábado se vivieron
momentos de tensión, con movimientos constantes entre hermanos y devotos.
La “
calma” llegó el domingo, cuando la Junta de Gobierno decidió
bajar a la Virgen de la Esperanza de su camarín para que estuviera en veneración hasta el próximo martes, con el objetivo de que
los fieles pudieran observar de cerca los cambios realizados. Sin embargo, en la mañana del domingo surgió un
nuevo revuelo, ya que varios hermanos aseguraron que la imagen había sido
intervenida nuevamente durante la noche, dándole un aspecto mucho más parecido al que tradicionalmente conocían, algo que desde
la Hermandad ni confirman ni desmienten.
Después de todo esto,
colas interminables bajo un sol de justicia permiten a los devotos reencontrarse con el mayor tesoro devocional de Sevilla, un flujo de fieles que probablemente continúe hasta el martes. ¿Lo mejor de todo esto? Que
siempre queda la Esperanza. ¿Y lo peor? Los
tintes electoralistas de muchas opiniones, que no hacen más que echar
leña al fuego en un año que ya se antojaba
agitado en el Arco de la Macarena.