Los catedráticos de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Alicante, Carmen Alemany y José Carlos Rovira, y el profesor de Traducción y Lenguaje de la Universidad de Roma (Italia), Fernando Martínez de Carnero, han analizado distintas facetas del poeta de Orihuela (Allicante) Miguel Hernández, como su lado meticuloso, retrospectivo y religioso.
Este recorrido se enmarca en el curso 'Que tenemos que hablar de muchas: Miguel Hernández, la poesía y nosotros', que llega a su fin en el marco de los cursos de verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en Baeza (Jaén).
Carmen Alemany ha destacado la meticulosidad de Miguel Hernández en el proceso previo de escritura, al "preparar cientos de páginas de versos y buscar palabras en el diccionario", dejando de lado "todo ese sistema una vez que la guerra estalló dada la propia urgencia de la situación". No obstante, en la cárcel, "los poemas estaban muy bien elaborados, fruto de ese complejo, preciso y meticuloso proceso creativo" en el que "todo estaba medido".
"Uno de los poemas que más definen su obra poética es 'Hijo de luz y sombra' el cual tiene muchísimos borradores", ha añadido, como fruto de ese sistema.
De acuerdo a la catedrática, la poesía del oriolano "es muy triste" pues "se han de tener en cuenta cuestiones personales como el fallecimiento de su hijo de nueve meses o el nacimiento de su segundo hijo al que ni siquiera llega a ver".
UN HOMBRE QUE "HUBIERA QUERIDO SER ALEGRE"
A este respecto, José Carlos Rovira ha añadido que "era un hombre que hubiera querido ser alegre" pero "esa alegría no pudo mantenerla dadas las circunstancias de la guerra civil", hecho que, añade, "redundó en el desarrolló de una poesía de combate en un momento en el que era preciso combatir".
Esa situación de prisionero "no acabó con sus ganas de escribir" puesto que "siempre que tenía tiempo escribía, gracias en parte a Josefina Manresa, su esposa", la cual "escondía papel en las lecheras con caldo que le llevaba a la cárcel para que pudiera escribir".
Fernando Martínez de Carnero, por su parte, ha valorado el concepto de virtud en Miguel Hernández como "el de una persona cuya actitud versaba en abandonar la pobreza, vivir literariamente y ser ambicioso" así como "su interés de aprender de los clásicos españoles en cuestiones de compromiso social para intentar cambiar la realidad que lo rodeaba".
SÍMBOLO DE RESISTENCIA Y COMPROMISO
El especialista ha señalado "la recuperación de su figura en los años 70 y su canonización como símbolo de resistencia contra el franquismo" aunque añade que "esa recuperación se debe más que nada a que resume lo popular, la tradición y una serie de conceptos que abrían caminos en la España del momento".
En cuanto a la religión en Miguel Hernández, Martínez de Carnero ha asegurado que "hay que considerarlo como un elemento necesario porque ese compromiso con la religión también redunda en su compromiso social".
Por último, José Carlos Rovira, ha indicado que Miguel Hernández "consigue un modelo que podría considerarse incluso canónico en la poesía española".