Bajo la firma de Imaquez se encuentra Ignacio Márquez, un escultor nacido en Málaga y que ha recorrido toda España hasta llegar hace cinco años a Benalup, un lugar en el que asegura que se encuentra muy a gusto y en donde espera estar por mucho tiempo.
Sus monumentos se pueden ver en glorietas, calles y plazas de muchos lugares del país, desde Guadalajara a Castellar de la Frontera, pasando por Benalup-Casas Viejas. Crea desde pequeños cuencos que se encuentran en los salones de hogares de media Europa a magnas obras de varios metros de altura en alguna rotonda castellana.
—¿Cómo comienza tu andadura como escultor?
—En el año 1980 comienzo a trabajar en la minería española y allí cojo minerales y empiezo a coger piedras por la zona de Marbella. Allí inicio un poco mi actividad profesional ya que en Madrid hay unos escultores que les gusta esta piedra pulida y de varios colores y están interesados en ella. Entonces yo comienzo a fabricar peanas, es decir, bases para sus esculturas. A partir de ahí me van haciendo más pedidos y de cosas cada vez más complicadas. Por ello, decido irme a Madrid para dedicarme más exclusivamente a ello y veo que hay bastante trabajo.
—Háblanos sobre tu etapa en Madrid.
—En 1985 me instalo en la capital, donde creo un taller con nueve personas a mi cargo y estoy allí casi veinte años, haciendo más de mil piezas –algunas de ellas millonarias– para otros artistas, uno de los más importantes es la firma internacional de joyería Carrera y Carrera, que me permite trabajar en cuarzo, amatista y piedra dura en general. Los clientes me traían su diseño y yo lo realizaba, por ejemplo, hice varias mezquitas para Emiratos Árabes. Así estoy diecisiete años pero siento la necesidad de firmar mis propias piezas -hasta entonces había firmado sólo unas pocas- y de volver a Andalucía. Luego me voy tres años a Guadalajara pero ya sin el taller y comienzo a tallar para mi.
—¿Y desde cuándo llevas en Benalup-Casas Viejas?
—Tras la etapa en Guadalajara me fui un año a Málaga de nuevo pero entonces es cuando decido irme a Benalup, donde veo que es un sitio donde se puede vivir bien y hay calidad de vida. Aquí llevo ya cinco años.
—¿Afecta la crisis a tu profesión?
—En Guadalajara comencé a trabajar con ayuntamientos y cuando me traslado a Benalup comienzo a trabajar también con algunos de la zona. Pero cuando llega la crisis, los artistas somos los primeros en caer y, sobre todo, el escultor que está dejado de la mano de Dios totalmente. Aún sigo teniendo una clientela de piezas de sobremesa que es con la que me mantengo, algunas de ellas realizadas por encargo. Aunque claro, quien compra tres obras de un escultor ya quiero de otro. No es una cosa que se las coma y quiera repetir, pero de todas formas, mi actividad funciona mucho de boca en boca.
—¿Qué materiales trabajas?
—Me gusta mucho trabajar la jabaluna, una piedra dócil que pule muy bien y con la que me gusta hacer cuencos. Comienzo a cogerla es Castellar pero luego la encuentro por esta zona. También me permite hacer torsos y piezas muy finas. He trabajado todo tipo de piedras. En el periodo de Madrid trabajé para joyerías con cuarzo, cristal de roca, lapizlazuli, amatista o corindones. Pero el fuerte mío como tallista a mano es el mármol o la caliza, la piedra más dócil que se puede trabajar para tallar. Otro de los materiales en los que estoy especializado es el acero corten en el que tengo algunas obras, como por ejemplo unos vagones en el campo de golf. Muchos de mis monumentos son en este tipo de acero, como uno a Don Quijote en Guadalajara o los que hay en las cuatro entradas de Benalup con motivos de dibujos del Tajo de las Figuras y en los que se lee “Pueblo hermanado con Torrent”.
—¿Y cómo te viene esta afición?
—La afición por la escultura prácticamente me viene de niño. Cuando era pequeño uno de mis aficionas era entrar en cuevas y me encantaban las piedras. Las buscaba con la forma más estética y estaba en un taller de marmolistas donde las aprendí a pulir y cortar. Cuando terminé los estudios hice varios trabajos hasta irme a la minería, donde estuve en el País Vasco, Asturias, La Unión (Murcia). Luego estuve de cantero a sacar bordillos para calle y trabajos similares. Se me daba bien y empezaban a encargarme trabajos un poco más finos, que me gustaba hacer. Luego fue cuando me salió lo de irme a Madrid y fue ya cuando comencé a dedicarme a esto, porque es lo que me gusta.
—¿Qué tipos de trabajos realizas?
—Por un lado hago trabajos por encargo y de autor. Hago piezas para exposiciones de arte, aunque es algo que lleva muchísimo tiempo. He hecho obras para plazas o glorietas. La exposición que mejor me salió fue en Gibraltar donde vendí las veinte piezas que expuse. He hecho varias exposiciones por Andalucía, de las que destacaría una en el castillo de Castellar, un lugar muy bonito.
—Algún mensaje que te gustaría lanzar a tus paisanos...
—Es una pena que no se le preste atención a la gente que estamos en la zona, que tenga uno que salir a buscar trabajo fuera de la provincia. Quiero hacer un llamamiento en nombre de los escultores porque estamos muy dejados y echamos en falta más apoyos para salir adelante en una labor que parece muy bonita desde afuera pero que es muy dura y no es nada fácil. Nos gustaría que se acordasen de nosotros, que tenemos muchas ganas de colaborar a ornamentar la zona, aunque sea simplemente para prestar algún tipo de ayuda o responder dudas.
—¿Y alguna propuesta para hacer que el arte interese al público en general?
—Hice una propuesta de hacer un concurso de ideas destinado a niños. Podrían hacer algunos dibujos, ya que hasta los siete u ocho años hacen auténtico arte contemporáneo. Ves sus dibujos y piensas que si eso lo hace alguien de treinta o cuarenta años sería una gran pieza. Entonces se trataría de seleccionar tres o cuatro dibujos al año y usarlos para ornamentar el pueblo con esas piezas, que estarían ahí siempre y sería una forma de hacer partícipe al pueblo.
—¿Qué proyectos tienes?
—Ahora voy a salir unos meses de España para ir a Marruecos. No voy para hacer escultura, sino que voy a hacer trabajos decorativos y de interior en unas viviendas. Es un cambio debido a la crisis, que provoca que haya que diversificar las actividades. De todas formas, es un trabajo que veo interesante y será una experiencia nueva, que me permitirá ver piedras nuevas y me dejará algo de tiempo para tallar, que es algo que no voy a dejar de lado. En principio estaré allí tres meses, y luego como tengo en Benalup a mi hijo y le he cogido un cariño especial al pueblo y a su gente, voy a estar yendo y viniendo constantemente durante el tiempo que esté fuera.