En el Día del Amor Fraterno, Arcos vivió un espléndido Jueves Santo de la mano, en primer lugar, de la hospitalaria hermandad de la Vera Cruz, cuya salida procesional desde la iglesia de San Juan de Dios fue tan apretada como emotiva debido a la cantidad de personas que se aglomeran alrededor del templo. La imagen inicial fue la centuria de ‘armaos’ dirigida por Fernando Iglesias que sirve de cierta intimidación para que se despeje el tramo y los hermanos de penitencia puedan, si cabe, emparejarse y desfilar con mayor comodidad. El paso que abre cortejo mostró al Cristo más antiguo de la ciudad clavado en su cruz, portando su clásica vela y llevado a hombros por una cuadrilla en la que se pudo ver en su calidad de hermano al alcalde de la ciudad, Miguel Rodríguez. Luego, el paso de San Juan Evangelista con su palma, seguido de la dolorosa estampa de Nuestra Señora de las Angustias portada por sus cargueras. Su recorrido enlazó la tarde con la noche a medida que se iba introduciendo en el casco antiguo para vivir sus momentos más íntimos y silenciosos, pasar por la Carrera Oficial situada en la Plaza del Cabildo y regresar al templo, clausurando la emotiva jornada de color verdiblanca con las oraciones y la apertura de la iglesia.
La costumbre de la población es ver el cortejo a lo largo de la calle Corredera, en la idea y en la vuelta, y mientras tanto ascender al barrio de San Pedro para presenciar la salida de la hermandad del Silencio. Y así fue, con las inmediaciones del templo donde no cabía alfiler y donde fotografiar el momento sin molestar al cortejo se antoja complicado. La cofradía partió con las habituales muestras de sobriedad y recogimiento, con la seriedad que le caracteriza ante el imponente momento en el que el Santísimo Cristo de los Remedios y Paz pasa rozando al público, en su cruz portada por cuatro hombres, confundiéndose en ocasiones con el gentío. Su escueto adorno floral mostró rosas rojas, helechos y cardos azules.
El paso de Nuestra Señora de los Dolores, dirigido por el capataz y hermano mayor de la Corporación, David Romero Torres, mostró bellos exornos florales compuestos por rosas, claveles blancos, orquídeas, helechos y, como detalle, hasta una esparraguera; adornos muy primaverales que hay que atribuir al hermano Diego Albertos Villalba. La Virgen, con sus característicos puñales clavados, descendió suave y delicadamente las escalinatas de San Pedro ante las miradas de admiración a su belleza y al esfuerzo costalero.
A la salida del templo, sería el cantaor arcense Luis Guerrero ‘Meinato’ quien interpretaría la primera de las saetas dedicadas a la hermandad; cante que se pudo oír calles más allá gracias al silencio que embargaba el momento. Junto a la salida, el paso del cortejo por el Cananeo y otros rincones del casco antiguo fue de lo más íntimo y bello, con los sones de la Agrupación Musical Ubriqueña de fondo.
Ambas hermandades del Jueves Santo recibieron a lo largo de todo el día muestras de cariño y diversas ofrendas florales, entre ellas las del equipo de Gobierno y la del PSOE. En el segundo caso, la hermandad del Silencio compartiría un bonito momento con su compañera de parroquia de la Soledad. Ambos hermanos mayores, David Romero y Manuel Calvo, se fundían en un hermoso abrazo e intercambio de flores.