Una aguja en la espalda

Publicado: 17/05/2025
La punción lumbar es una prueba médica con la que podemos extraer líquido cefalorraquídeo, ese elemento que baña y sirve de protección al sistema nervioso
La punción lumbar o espinal es una prueba médica con la que podemos extraer líquido cefalorraquídeo, ese elemento que baña y sirve de protección al sistema nervioso frente a golpes y otras lesiones. Debido al riesgo y a las complicaciones de un abordaje directo a través del cráneo, esta técnica nos permite, de una forma menos cruenta, el estudio de enfermedades neurológicas. Para su realización, es imprescindible contar con al menos dos colaboradores necesarios. Por un lado, el médico (habitualmente neurólogo o anestesista), con cierta destreza y experiencia en el procedimiento, y por otro, el paciente, cuya cooperación es fundamental para poder alcanzar con la aguja el objetivo de una forma precisa y lo menos dolorosa posible.

El enfermo debe colocarse al filo de la cama, apoyado sobre su lado izquierdo, en posición fetal, con el cuello y las rodillas flexionadas sobre su pecho. Tras limpiar la zona de abordaje en la piel y extremar las medidas de higiene y asepsia necesarias, introducimos una aguja en el espacio entre las vértebras lumbares, para poder llegar al canal medular, situado en un plano más profundo.

Una vez que el propio metal nos transmite, a través de las manos, que estamos en el lugar correcto, extraemos una pieza interior de la aguja, lo que permite que salgan gotas de líquido cefalorraquídeo a través de su conducto. Procedemos entonces a recogerlas en unos tubos especiales para su estudio en el laboratorio. La visualización directa del color y la consistencia permite obtener una primera información importante, ya que, para ser normal, su aspecto debe ser acuoso y cristalino. Es por ello que se asemeja al “agua de roca” que brotaría de un manantial en la naturaleza.

Los análisis de las muestras nos permiten múltiples diagnósticos, gracias a la determinación de gérmenes en las meningitis, células malignas en la infiltración o afectación por tumores, u otros elementos específicos de enfermedades autoinmunes o degenerativas. Además, este procedimiento nos ayuda a tratar neoplasias hematológicas, como las leucemias, e introducir quimioterapia en el sistema nervioso si existe extensión tumoral en esta zona.

Tras terminar la punción y obtener los resultados iniciales, el paciente puede continuar el reposo relativo unas horas más en su domicilio, y posteriormente retomar su actividad normal sin realizar grandes esfuerzos. La complicación más grave, como el sangrado medular, es afortunadamente inhabitual si se toman las precauciones necesarias. Lo más frecuente es el dolor local y la llamada “cefalea postpunción”, debido a la reducción del volumen del líquido cerebral por la extracción, y que se subsana en unos días gracias a la reposición natural, y generalmente sin necesidad de tratamientos médicos más complejos, excepto analgésicos y reposo.

Y para terminar, concluyo con un ruego, una petición explícita… Esta técnica, que todos algún día podemos necesitar, requiere un área de piel íntegra, libre de pigmentos artificiales como los usados en los tatuajes. De no ser así, podemos arrastrar e introducir con la aguja sustancias tóxicas e irritativas dentro del organismo. Piense, por ello, en su zona lumbar como en una pared restringida para los “grafitis”, ante posibles necesidades o contratiempos futuros.

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