¿Quiénes son los culpables?

Publicado: 18/05/2025
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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¿Qué solución podemos darle los locos a este asunto? Hay seis medidas que terminarían con esta plaga
La semana pasada me dio por escribir algo sobre lo asquerosa que estaba La Isla con tantos papeles y porquerías esparcidas por el suelo y por los bares. También me preguntaba que quiénes eran los culpables de ese deprimente espectáculo.

Pues bien, me he tenido que volver al manicomio corriendo, porque la gente no para de interrogarme en la calle ¿seré yo, señor? Y me aseguran que no van a coger el sueño hasta que les diga quiénes son los auténticos culpables. A todos les contesto que se den un paseo por la calle Real, por ejemplo, y que después me lo cuenten. Y que si esto pasa en el árbol verde, ¿qué ocurrirá en el seco?  

De modo que nos hemos vuelto a reunir los locos a ver si conseguimos averiguar quiénes son los verdaderos culpables de ese miserable espectáculo que los cañaíllas regalamos a todo el que viene de fuera y a los que viven dentro de esta pringosa ciudad. Estábamos calculando, cuando Napoleón dio un golpe en la mesa, se subió a ella y dijo en voz alta: los maestros son los verdaderos culpables. Todos nos quedamos de cartón piedra. De golpe, tuvimos que obligar a nuestros deteriorados cerebros a volver al colegio de nuestra lejana infancia. Entonces, los maestros nos leían dos libritos que se llamaban Urbanidad y El niño bien educado. Hoy de la urbanidad solo se sabe que es cosa de pijos. Y del niño bien educado nunca se supo; andará por ahí con el móvil dando tumbos.

Los locos hemos llegado a pensar que por mucho que un maestro intente educar a los niños y les enseñen todas las reglas del mundo sobre la urbanidad y sobre la educación, después llegan sus papás y les enseñan todo lo contrario: a tirar las cáscaras de pipas al suelo, los papeles a la acera, las latas de refresco a cualquier sitio, las bolsas de las patatas fritas al aire a ver dónde caen… ¿Serán culpables los papás? Tirando del hilo hemos aterrizado en la infancia de nuestros padres. Según dicen ellos, vivieron una niñez poco tierna. En sus colegios, después de ponerse morenos cantando el Cara al sol, cuando alguno tiraba un papelito al suelo, le hacían copiar mil veces No debo tirar papeles al suelo. Y digo yo que, hartitos de escribir, cuando iban por la número 500, dirían para sí: cuando yo sea mayor, se van a enterar. Por tanto, los auténticos culpables podrían ser los padres, que no dan ejemplo a sus hijos. Y así desembocamos en que la educación es la culpable de que La Isla esté como está.

Pero unos por otros, la casa, que es esta pobre y sucia Isla, sin barrer. ¿Qué solución podemos darle los locos a este asunto? Hay seis medidas que terminarían con esta plaga:

1.-Parir de nuevo a los guarros y hacerlos presentables dándoles una educación normal. 2.-Obligar a los padres a copiar, no mil veces, sino cien mil: Debo educar con mi ejemplo a mis hijos. 3.-Poner una multa de cinco euros por cada papel que se tire al suelo. 4.-Colocar en cada mesa de los bares una papelera agarrada con cadenas para que no se la lleven y darle al que la utilice un premio de cinco euros por cada papel que tire en ella. 5.-Poner unos cuantos perros de raza Pit Bull Terrier a lo largo de toda la ciudad adiestrados en morder manos que tiren papelitos al suelo.

Y, si ninguna de estas soluciones dan resultado, que nos dejen a los locos el tema. Los ladrillazos en el coco suelen funcionar bien.

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