En estos momentos de vuelta al colegio, mientras millones de niños y niñas llenan sus mochilas de lápices, cuadernos, calculadoras, gomas o reglas, otros muchos, exactamente 59 millones según UNESCO, no lo estarán haciendo.
O lo que es lo mismo, 1 de cada 11 niños y niñas con edad de cursar la educación primaria no irán al colegio. Una realidad de injusticia ante la que Entreculturas no se resigna. En primer lugar, porque son muchísimas las personas a las que se les está privando de un derecho básico.
Actualmente, 124 millones de niños, niñas y adolescentes están sin escolarizar en el mundo. De estos, 59 millones de niños y niñas no acuden a la escuela primaria y 65 millones de adolescentes no están matriculados en el primer ciclo de secundaria.
Pero lo más grave es que estas cifras van en aumento. Hoy hay casi dos millones y medio más de niños, niñas y adolescentes sin escolarizar que en 2011. Y, en segundo lugar, porque la educación es un elemento tan fundamental para el desarrollo que, si permitimos que 59 millones de niños y niñas no sepan leer ni escribir, difícilmente podremos alcanzar los objetivos que nos planteamos cada 15 años como ciudadanía global.
Entreculturas tiene clara la importancia de la participación de la sociedad civil en los procesos educativos. En los niños, niñas y adolescentes de hoy habita la esperanza de una nueva praxis, de una nueva perspectiva, más humana y empática, desde la que tomar las decisiones que nos lleven a un mundo más justo y sostenible.
Pero para ello hay que empezar ya a fortalecer su músculo, su mente y su corazón y, sobre todo, asumir la responsabilidad de acompañarles en este camino.
Por ello, el CEIP Sagrado Corazón de Jesús de El Puerto de Santa María, conocido popularmente como colegio “La Playa” y que recientemente ha celebrado su cincuenta aniversario como institución educativa pública, se ha unido al respaldo a la Silla Roja y a concienciar a toda la comunidad educativa sobre la importancia de la educación en la sociedad y como esta, multiplica las oportunidades, especialmente de los más vulnerables.
Nuestra responsabilidad ahora como ciudadanos es exigir a nuestros representantes políticos y a la comunidad internacional que establezcan las políticas y los planes adecuados para alcanzar el objetivo del derecho a la educación para todos y todas. Una educación para defender la dignidad humana, y hacer posible que todas las personas se formen, participen y elijan.