Las autoridades de Nueva Zelanda anunciaron hoy que el balance final de muertos por el terremoto de Christchurch llegará a 200.
Las autoridades de Nueva Zelanda anunciaron hoy que el balance final de muertos por el terremoto de Christchurch llegará a 200, mientras los equipos de rescate siguen buscando entre las ruinas a unos 50 desaparecidos.
El jefe de la Policía en el condado de Canterbury, Dave Cliff, situó en 147 la cifra provisional de muertos, rebajó a unas 50 las personas de las que no sabe nada desde el seísmo del martes, y clarificó así una discrepancia anterior entre los datos.
"Serán al menos 200 los fallecidos, posiblemente más", pronosticó el responsable policial.
Cliff también explicó que el proceso de identificación de las víctimas está siendo muy laborioso, y pidió paciencia a las familias que llevan días esperando saber algo de sus seres queridos.
Por sexto día consecutivo, los equipos de rescate continúan removiendo los escombros en busca de los desaparecidos en Christchurch, donde las misas del domingo estuvieron dedicadas a las víctimas.
Los socorristas, ayudados por casi 700 compañeros de todo el mundo desplazados a Nueva Zelanda, llevan desde el miércoles sin detectar señales de vida bajo las ruinas de los edificios que derrumbó el temblor de 6,3 grados de magnitud en la escala Richter.
Sin embargo, la mayoría se resiste a perder la esperanza de encontrar a alguien con vida.
"Estamos buscando por todos lados a posibles supervivientes, aunque somos conscientes de que eso será un milagro", indicó el coordinador del operativo de salvamento, Jim Stuart-Black.
Después de tantas jornadas seguidas escarbando casi sin descanso, la frustración empieza a apoderarse de los voluntarios.
"Sé que mis hombres pueden ver los cadáveres que están intentando sacar, pero no llegan a alcanzarlos. Es trágico", se lamentó Russell Gibson, el policía al mando de los equipos de rescate.
Las tareas se han visto dificultadas en los dos últimos días por las constantes réplicas, que han derribado fachadas de decenas de estructuras en el centro de la ciudad y llevado a miles de residentes a huir a lugares más seguros y alejados del epicentro.
Mientras tanto, otros miles de ciudadanos se congregaron esta mañana en parques municipales ante la ausencia de iglesias que queden en pie para rezar por las víctimas durante una ceremonia presidida por la arzobispa anglicana de Christchurch, Victoria Matthews.
"No intentéis negar vuestra tristeza, o fingir que no estáis traumatizados", instó a los familiares.
Por su parte, el alcalde, Bob Parker, dijo confiar todavía en el milagro de encontrar supervivientes y agradeció el respaldo de todos durante estos días oscuros.
"A nuestras plegarias se unirán hoy millones de personas en todo el mundo. Realmente, nos sentimos confortados por el apoyo de tantas personas", señaló en su discurso Parker.
Las autoridades creen que el resultado de víctimas mortales por el temblor aumentará en cuentagotas y reconocen que será imposible identificar a todos los cadáveres, incluso con muestras de ADN.
Hasta 120 personas podrían estar sepultadas dentro de la sede de la televisión local CTV, entre ellos 60 estudiantes de 20 nacionalidades distintas y profesores de la escuela de idiomas King's Education.
Allí se desató también un enorme incendio que puede haber calcinados los cuerpos hasta dejarlos irreconocibles.
Los ingenieros anticipan que habrá que tirar abajo gran parte del área metropolitana para evitar más derrumbes sobre todo cerca del centro histórico, que ofrece un desolador panorama de calles llenas de grietas y socavones, montañas de escombros y fachadas caídas.
El impacto del seísmo también pone en peligro la celebración en Christchurch del Mundial de Rugby, que comienza en septiembre y tenía previsto que se disputasen en la ciudad varios partidos del torneo del deporte nacional.