Centenaria y única, la tradición de Los Incensarios ha convertido a la Semana Santa de Loja en una Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía
Los Incensarios, formaciones de ocho hombres ataviados con capirotes de cristal, marcan la impronta de la Semana Santa de Loja (Granada) y mantienen una tradición registrada ya en 1765 que mezcla devoción con las raíces preflamencas y que exhibe en cada "corría" una mezcla de sátiras y danzas castrenses.
Centenaria y única, la tradición de Los Incensarios ha convertido a la Semana Santa de Loja en una Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía y en un punto de fusión entre la devoción y la vistosidad.
El peso de esta idiosincrasia oscila entre los 2,5 y los 6 kilos de cada "morrión", un capirote revestido de seda o raso y repleto de cristales de azabache que se hace a medida o se hereda de generación en generación.
El "morrión" es una de las señas de identidad de los componentes de cada grupo de incensarios, elegidos que visten el color de la hermandad a la que acompañan.
"Es una tradición oral antiquísima que tiene su primera documentación en 1765 pese a que las raíces son anteriores", ha explicado a EFE Antonio Campos, presidente de la Asociación de Incensarios de Loja que bucea en sus orígenes para blindar el pasado de esta peculiaridad lojeña.
Aunque la evolución ha marcado también este rito para contagiarlo al resto de hermandades, este Jueves Santo con los blancos y el negro de cada Viernes Santo protagonizan el germen de una ceremonia centenaria que conjuga sones flamencos y rectitud castrense.
Ser incensario en Loja requiere ganar el puesto en una puja, una distinción para participar en las "corrías" de esta Semana Santa que cuesta entre 1.500 y 4.500 euros y que permite a los ganadores acompañar a los pasos con sus sátiras.
Esta especie de coplas de cuatro versos que interpretan entre el grupo e incluso con ayuda de parte del público se cantan acompasadas con movimientos castrenses para dispensar el incienso que da nombre a esta peculiaridad granadina.
Campos fue incensario antes de cumplir la mayoría de edad y maneja cada uno de los cuatro bailes diferentes de esta tradición que cada año congrega a más público en los rincones previamente concertados para su aparición.
Los ocho miembros de cada cuerpo no acompañan al cortejo cofrade sino que aparecen en un punto acordado con la hermandad para hacer gala de sus bailes y sátiras, una tradición con aire de saetas que servía antaño para explicar los pasajes bíblicos a quienes no sabían leer.
Los Incensarios simulan una guardia, están dirigidos por un maestro que ocupa el número uno de ocho, y danzan con movimientos similares a los de una formación militar.
Aunque durante estos siglos no ha habido representación femenina, Campos ha apuntado que será cuestión de tiempo porque "salvo la crítica de alguno, como siempre", los lojeños están preparados para un grupo de Incensarios en el que ellas pongan la voz cantante y marquen el paso, como hacen ya en otras esferas semanasanteras.
A golpe de incensario, los movimientos que caracterizan a cada corría, la Semana de Pasión llegará este viernes a su día álgido para sumar un año más a una tradición que sabe a quejío flamenco.