El vestido de flamenca

Publicado: 11/05/2025
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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La confección de un vestido discurre por el patronaje, el corte, la costura y el acabado, un proceso oído tantas veces a la modista de nuestra abuela
Las sevillanas vuelan sobre las ondas tras la solemnidad de la Semana Santa. Suenan alegres por la quincena larga que como un puente las llevan hasta la feria de este abril con nombre cambiado, la que no necesita lugar porque es la primera, la que huele a azahar y a flores mientras el calor se despereza. Sin embargo, las sevillanas y la feria refuerzan su unión con el vestido de flamenca para conformar el triángulo más bello que la imaginación representa y es el diseñador quien obra el prodigio de darle vida en la tela cosiéndola con hebras de sensualidad.

En una mesa despejada, ante la mirada celosa del acerico y el juego inocente de una lámpara encendida con la luz natural matizada por los visillos, Alejandro Santizo revisa las notas de su agenda con un bolígrafo bic dorado en la mano, creado hace años para una ocasión especial. Es lo que cuenta la fotografía del reportaje que a modo de llave abre la puerta del atelier instalado para la ocasión en la suite Santizo del hotel Only You de Sevilla (ABCSevilla/BulevarSur/Moda/PatriciaSevillano), donde el diseñador encanilla estos momentos de tranquilidad previos a la jornada de trabajo, donde mostrará dos de sus creaciones en el cuerpo de sus modelos, jornada habitual y diferente al mismo tiempo.

La confección de un vestido discurre por el patronaje, el corte, la costura y el acabado, un proceso oído tantas veces a la modista de nuestra abuela. Nos las ingeniábamos para acompañarla y fantasear en ese mundo de bobinas, recortes de lunares, trozos de flecos y restos de carrucha desmayándose por nuestro cuerpecillo de niña. En aquella habitación la modista creaba, la abuela aprendía a cambiar un poco y a gustarse, mientras la nieta guardaba esta imagen con la ilusión de ponerse su vestido de flamenca. Aunque siga el mismo proceso, esta prenda es única e irrepetible no solo por el color, el estampado o los detalles que le aportan originalidad, sino por la sensualidad que desparrama, como el olor de la flor que simboliza.

Un vestido de flamenca diseñado por Alejandro Santizo es vivir dentro de un sueño eternizable por decisión propia de los ojos que lo admiran, una creación para una ocasión especial, como el boli bic de la foto, que anota y une la elegancia y la confianza para luego coserlas en la tela. La mano izquierda permanece en el canto superior de la agenda, con el pulgar sobre la página y el corazón ligeramente agachado, como si sobre el papel un giro de muñeca imaginado marcara la sevillana capaz de transformar la feria en pasarela, mientras su vestido baila, recibe las caricias del abanico y enluce el cuerpo que lo pasea.

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