Dice
Caracolillo de Cádiz que su tierra “es un arcoíris”, que es “bonita la mires por donde la mires”. Ese paisaje tan “mágico” en el que ha crecido este cantaor ha servido de inspiración al jerezano Ezequiel Benítez para componerle unas bulerías tituladas
Los Colores de Cai y que cuenta con la guitarra del portuense Paco León, encargado a su vez de la producción musical desde su estudio de grabación. Después del éxito recogido con los
Tangos Caleterosque publicó hace dos años y en el que rindió honores al Niño del Mentidero, este próximo domingo, 22 de junio, las plataformas digitales y redes sociales serán testigo del lanzamiento de las mencionadas bulerías en las que “recordaré a nombres, lugares, rincones y sentimientos que me han marcado a lo largo de mi vida”, dice el cantaor.
Esteban Guerrero, nombre de pilas, nació en el popular barrio del Balón en 1977, en una familia arraigada a las costumbres de una ciudad trimilenaria marcada por la fusión de culturas, la gracia y la sal. Se ha criado escuchando cante, conviviendo con los artistas de su tierra, admirando a Juanito Villar o La Perla. “Son tantos los cantaores que me han marcado que seguro que se me olvidarían algunos, pero yo apuesto siempre por Aurelio o Manolo Vargas que son la fuente. Luego, todos los que he tenido el gusto de disfrutar en directo como El Beni, Mariana, Chano, Alfonso de Gaspar, que siempre me ha gustado mucho…”, comenta.
Heredó el remoquete de su abuelo, al que conocían por Caracol, agente artístico que contaba con nombres de la época para los festivales y otros compromisos de trabajo en el arte. “Recuerdo a
Juanito Villar en sus mejores años, o a
La Pitu de Cádiz, Carmen de la Jara, entre otros muchos”, afirma, analizando con nostalgia un tiempo pasado en el que cree que “el flamenco tenía más presencia, esto no está como cuando yo era un niño, creo que ahora es el momento en el que deben tener en cuenta más a este arte en Cádiz, gracias a las peñas hemos trabajado mucho por aquí y hay que siempre arroparlas”.
Es un buen aficionado taurino y acerca su lenguaje al mundo de los pitones con frecuencia: “
hay que arrimarse al toro en el escenario, eso hace que el público conecte y es lo más importante para que vuelvan a llamarte”. Caracolillo es como Cádiz, esencia pura de esta ciudad conocida por la sonrisa continua, el optimismo y la paciencia. Tiene claro que “los pasos hay que darlos cortitos pero firmes, sembrar es lo más importante y por eso yo afronto un verano con grandes citas”, expresa mientras toma un “manchaito” con azúcar.
En lo que al nuevo título se refiere, Caracolillo describe todo este proyecto como “
un piropo a Cádiz” y agradece a Ezequiel Benítez que “lo haya clavado, parece que lo ha hecho desde dentro de mí. Se mencionan a artistas como Curro Dulce hasta otros más de los últimos años”, esperando a su vez “que tengan la buena acogida que tuvieron los tangos, esa es la idea, publicar cada cierto tiempo algo y que todo pueda luego convertirse en un disco”.
La agenda del gaditano está cargada de fechas importantes como las apariciones en su tierra, el 3 de julio en
Fundación Cajasol o en agosto en el festival benéfico de la Hermandad del Nazareno, sin dejar pasar las noches en festivales como los de Monda, Alcalá del Valle, Chipiona o Porcuna. Es el fruto recogido de una época en la que compartía su trabajo en la empresa familiar con el darse a conocer en peñas y concursos como el Memorial Camarón de la Isla (2007),Nacional de Cantes por Alegrías de Cádiz (2009), la Silla de Oro de Leganés o el prestigioso Antonio Mairena (ambos en 2016). “Cuando mi padre se jubiló decidí centrarme en el cante que es lo que me hace sentirme realizado,
me hace feliz y da sentido a todo, y las cosas no van mal”, dice con muestras de humildad. Concluye expresando su agradecimiento por las oportunidades que llegan y sentencia con un “lo mismo que soy abajo del escenario, soy arriba, natural”.
No se plantea salir de su Cádiz natal, ciudad en la que siempre puede encontrarse con Juanito Villar o Rebujina, acordándose a la vez de Rancapino o el añorado Pansequito, quien “me comentó que vendría a pasar un día con nosotros por aquí y hartarse de reír pero finalmente llegó la mala noticia”.