Los años 90 fueron testigos de un auténtico boom animalista. El desarrollo de legislación específica sobre protección y la bonanza económica llevaron a que la provincia doblara prácticamente el número de mascotas entre los 80 y principio de siglo. Desde entonces, señala Alberto Méndez, vocal del Colegio Oficial de Veterinarios, el crecimiento ha sido sostenido pero no tan acusado, refrenado por la normativa sobre tenencia de perros potencialmente peligrosos (PPP) o la crisis.
No obstante, hoy, en Jerez, hay un animal de compañía (perros, gatos, hurones y otros, como tortugas o periquitos) por cada 3,4 jerezanos: 212.749 habitantes frente a 62.316 mascotas censadas.
Y, si comparamos la cifra de mascotas con la de menores de hasta 10 años, la proporción se invierte: los animales triplican a los niños (21.405), según los últimos datos cruzados del Registro Andaluz de Identificación Animal (RAIA) y los del Instituto Nacional de Estadística.
Jerez está en torno a la media provincial, con prevalencia de animal pequeño. Por encima encontramos los asombrosos datos referidos a municipios de la comarca de la Sierra, caso de Torre Alháquime, Setenil, Zahara de la Sierra y Grazalema, donde la proporción de mascotas con respecto a los vecinos es muy elevada.
Al margen del tamaño, en términos generales, el perro es la mascota predilecta. En el caso de Jerez representa el 91% del total del censo, con 56.800 ejemplares (1.586 de ellos, potencialmente peligrosos). Los 5.034 gatos y los 300 hurones completan el grueso del registro, al que hay que sumar 182 animales bajo el epígrafe de otros.
“Cada vez más hay jóvenes que optan por roedores, ratas o cobayas, como mascotas”, señala el vocal del Colegio Oficial de Veterinarios, entre otras especies incluidas en esta categoría. Y subraya que prolifera el número de personas mayores que, para combatir la soledad, abren las puertas de su casa a un compañero de cuatro patas. “Es terapéutico y aconsejable”, remarca.
Un animal de compañía puede hacer mucho bien. Tres de cada cuatro encuestados en el macroestudio que llevó a cabo la Fundación Affinity en el año 2014 señalaba, al respecto, que les hacía muy feliz. Por otro lado, el informe concluía que el 30% consideraba a su mascota mucho más importante que cualquiera de sus amigos.
¿Impuesto para perros?
En Zamora, si tienes perro, pagas al Ayuntamiento. Nueve euros al año. IU impuso la mayoría absoluta de la que dispone en el Pleno para sacar adelante la propuesta de tasa que, en realidad, no es novedosa, pese a que ha copado titulares. Existió hasta el año 1992. Ahora el Gobierno zamorano ha recuperado el gravamen para sufragar los servicios de bienestar animal. Fuentes municipales confirman que la recaudación, entre 50.000 y 90.000 euros, no servirá para cubrir los gastos directos e indirectos, que cifran en torno a los 200.000 derivado de la presencia de mascotas en el espacio público. Por el momento, depuran el censo de algo más de 9.000 ejemplares en una ciudad con unos 70.000 habitantes. No todos los dueños dan de baja a los animales cuando mueren. Remarcan que la iniciativa apenas generó debate y que contempla exenciones fiscales, especialmente para aquellos que ejercen algún tipo de función social.
En nuestra provincia, al tiempo que Zamora, la plataforma 3R planteó algo similar para San Fernando. El coordinador del partido, Juan José Fornell, defiende la idea porque solucionaría la “colisión de derechos” entre quien tiene mascota y quien no. “Hago deporte en el Parque del Oeste y, en un sentido de la marcha veo a perros orinando en el césped y, a la vuelta, a padres jugando con sus hijos en el mismo sitio”, denuncia. Pero el debate no ha encontrado eco. La provincia es territorio animalista.
La cara visible de Pacma en Cádiz, Eduardo Jesús Rovira, no encuentra ni un solo argumento a favor del impuesto. “Desincentivaría la adopción, afecta a las personas con menos recursos porque no es un impuesto progresivo e incluso podría fomentar que no se registraran a los animales para evitar que se cobre”, lo que provocaría un verdadero problema de salud pública.
Tampoco han prosperado propuestas como la identificación del ADN de los animales en sus excrementos para sancionar a los que no lo recogen, cuya aplicación ya fue planteada en Jerez.