La periodista Isabel Morillo lanzó el viernes una frase inquietante en ‘Hora 25’ sobre el congreso del PP celebrado en Sevilla: “Es un cónclave raro, he visto mucha gente llorando”. Natalia Junquera en ‘El País’ parecía tener el sábado la respuesta: “Solo en política puede uno asistir a su propio funeral”. Porque este congreso, sobre todo en su primer día, consistió en el funeral a Pablo Casado, apuñalado políticamente por todos los asistentes, como en la novela ‘Asesinato en el Orient Express’, de Agatha Christie. Y ahí estaba Casado, que dejó una apariencia desconcertante: en su discurso y en sus gestos transmitió la impresión de no ser consciente todavía de que el muerto político era él.
La crisis del PP estalló a mediados de febrero debido a la definitiva ruptura de una amistad, por el divorcio político de Casado e Isabel Díaz Ayuso, que habían sido amigos desde la época de Nuevas Generaciones. El escritor Agustín García Mallo reflexiona sobre el divorcio en ‘El libro de todos los amores’, recién publicado. Ha dicho: “Es imposible concebir un amor absoluto que no contemple el desamor. Escribo en este libro que un divorcio es una relación amorosa por la vía del conflicto”. Casado ha resultado el claro perdedor en ese conflicto, pero también ha perdido Ayuso. Porque Juanma Moreno ha salido catapultado en el PP de Alberto Núñez Feijóo. Que ha dejado caer una frase brillante: “En política se cuentan muchos cuentos, pero yo vengo a hablar de cuentas”. De los discursos de Feijóo en Sevilla se desprende, sí, otro intento de centrar políticamente al PP. Porque Alfonso Guerra se preguntó: “¿De dónde vendrá el PP que lleva tantos años girando al centro?” Guerra, por supuesto, conocía perfectamente la respuesta antes de lanzar la irónica pregunta. Días antes del cierre de campaña de las elecciones generales de junio de 1977, la Alianza Popular de Manuel Fraga -partido que se refundó en 1990 en el PP de Aznar- celebró un mitin en el cine Carlos III, en la madrileña Plaza de Colón, que terminó con todos los asistentes cantando a pulmón el ‘Cara al Sol’. De ahí viene el PP, y eso explica los guiños y la complicidad de muchos de sus dirigentes con Vox, partido que permanece anclado en aquel remoto mitin del ya desaparecido cine Carlos III.
Pero el PP de Feijóo se ha liberado, al menos, de la política de golpes en la mesa y cojonazos desplegada estos cuatro años por Teodoro García Egea. John Mearsheiner escribió: “En nuestro mundo anárquico vale más ser Godzila que Bambi”. Feijóo, con su sabiduría gallega, quizás intuya que a Bambi tampoco le fue tan mal.