La Colección del Museo Ruso de Málaga ha inaugurado la exposición ‘
Anna Pávlova: Una vida sin fronteras’, un emotivo homenaje a la célebre bailarina rusa cuya influencia marcó un antes y un después en la historia del ballet. La muestra, organizada con la colaboración de la Fundación ‘la Caixa’, rinde tributo a su vida y legado a través de un recorrido visual y documental por sus viajes, sus logros y su revolucionario papel en la danza.
La exposición incluye cerca de
90 piezas entre fotografías, recortes de prensa, programas de mano y otros documentos que ilustran cómo Pávlova convirtió el ballet en un lenguaje universal. Todo el material ha sido cedido por el coleccionista y comisario Dmitry Yusov, quien ha reunido estos tesoros llegados desde países como Australia, Inglaterra, Estados Unidos o México.
Durante la presentación oficial, han estado presentes el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y autoridades culturales como Mariana Pineda y Luis Lafuente. También participaron representantes de la Fundación 'la Caixa' y CaixaBank, así como el propio Yusov, quien destacó la complejidad de
conservar el legado de una figura de proyección tan internacional.
Anna Pávlova, nacida en San Petersburgo en 1881 y formada bajo la tutela de Marius Petipa en la Escuela Imperial de Ballet, rompió moldes desde muy joven gracias a su técnica depurada y su expresividad desbordante. Su interpretación de La muerte del cisne, coreografiada por Michel Fokine, se convirtió en una obra icónica que aún emociona por su belleza y sensibilidad.
La muestra destaca su carácter pionero: en 1910
fundó su propia compañía y emprendió una gira sin precedentes que la llevó a recorrer más de 40 países con más de 9.000 actuaciones. Desde teatros europeos hasta plazas de toros en América Latina o auditorios improvisados en Asia, Pávlova supo adaptar su arte a todo tipo de públicos y contextos.
Además, la exposición pone en valor cómo Pávlova
incorporó elementos de las culturas locales en sus coreografías, como ocurrió en México, Argentina o Japón. En este último país, sus funciones inspiraron incluso la creación de haikus. En Australia, su influencia fue tan profunda que sentó las bases del ballet moderno en el país.
España también tiene un lugar destacado en el recorrido. Pávlova
dejó huella en ciudades como Madrid y Barcelona, y manifestó públicamente su admiración por la danza española, que incorporó en piezas como La noche de España o Carmen. Actuó en escenarios como el Teatro Real y el Gran Teatre del Liceu, consolidando su vínculo con el público español.
La exposición también muestra los enormes desafíos logísticos de sus giras, en las que
viajaba acompañada de un amplio equipo técnico y artístico. Su lema, “el milagro de la danza no conoce fronteras”, sintetiza el espíritu de una mujer que transformó escenarios humildes en templos del arte.
Durante la presentación, Francisco de la Torre animó a visitar la exposición para comprender “
el papel que la danza tiene en el mundo y lo que significó Anna Pávlova”. Luis Lafuente subrayó que la muestra invita a conocer “la vida de una mujer cuya influencia sigue vigente hoy en día”, mientras que Dmitry Yusov recordó que su legado “sigue siendo difícil de conservar, pero imprescindible para la historia del arte”.