El Gobierno y la oposición venezolana se dijeron hoy victoriosos tras la sesión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que terminó sin consensos sobre la crisis en el país, donde continuaron las protestas iniciadas el pasado 1 de abril y que han dejado 59 muertos y más de un millar de heridos.
La OEA suspendió hoy por consenso la reunión de consulta de cancilleres sobre Venezuela ante la falta de acuerdo sobre las dos propuestas de declaración presentadas, por lo que los embajadores deberán acordar ahora una fecha para otra cita de ministros a celebrarse antes de la Asamblea General en México, el 19 de junio.
Por ello, la canciller del país, Delcy Rodríguez, consideró que el Gobierno obtuvo un "triunfo" en la defensa de "sus derechos legítimos", y aseguró que la "oposición violenta" y un "grupo intervencionista" de países en la OEA sufrieron una derrota en su afán de "tutelar" a la llamada revolución bolivariana.
La jefa de la diplomacia venezolana anunció que participará en la Asamblea de la OEA en México, luego de que el país iniciara el mes pasado los trámites para retirarse del organismo, para ratificar su deseo de abandonar el grupo y denunciar "un plan de intervención que está en curso".
Por su parte, el diputado Tomás Guanipa aseguró en una conferencia de prensa convocada por la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que el Gobierno recibió hoy "dos derrotas muy importantes".
La primera sería el pronunciamiento del presidente del Parlamento Europeo (PE), Antonio Tajani, quien se mostró partidario de que la Unión Europea (UE) imponga sanciones al régimen de Maduro como ya llevó a cabo EE.UU.
Mientras que la segunda derrota sería por el resultado de la sesión en la OEA en la que, según Guanipa, "todos los países (con excepción de Bolivia y Nicaragua) reconocieron claramente la gravedad de la crisis que se está viviendo hoy en Venezuela".
"Esta reunión ha permitido ver cómo se ha endurecido la posición de buena parte de los países del hemisferio (...) es la demostración de que la comunidad internacional, unida como está frente a la crisis, está más decidida que nunca a ayudarnos a buscar una salida electoral, democrática y constitucional", sostuvo.
Miles de opositores marcharon hoy en Caracas para "decirle al mundo" que están siendo víctimas de represión en las manifestaciones y fueron dispersados nuevamente con agua y gases lacrimógenos por los cuerpos de seguridad del Estado en la autopista Francisco Fajardo, la principal arteria vial de la capital venezolana.
Esta movilización, que pretendía llegar hasta la sede de la Cancillería en el centro de Caracas, dejó al menos 89 heridos, ninguno de gravedad, según informó la MUD, mientras que decenas de venezolanos protestaron frente a la sede de la OEA en Washington para pedir una condena rotunda al Gobierno de Maduro.
Con pancartas de "no a la dictadura" y "elecciones ya", venezolanos llegados de Miami, Georgia, Virginia o el mismo Washington participaron en una larga jornada de protesta.
Por otra parte, cientos de chavistas marcharon en Caracas para reiterar en las calles su respaldo al presidente venezolano y a su convocatoria para elegir una Asamblea Nacional Constituyente que permita redactar una nueva Carta Magna.
El vicepresidente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, dijo a los medios desde una de la concentraciones que esta movilización oficialista también era "antiimperialista".
La MUD, que ya completa 61 días de manifestaciones, convocó el sábado para "una protesta del hambre y de las ollas vacías" y, a través de Twitter, anunció que mañana habrá una marcha de militares retirados de la que se desconocen detalles.
El chavismo, por su parte, ha dicho que continuará mañana el proceso de postulación de las candidaturas para elegir a 545 corredactores de la nueva Constitución, el cual se inició este miércoles.
Al respecto, la oposición remarcó hoy que quien participe en este proceso será parte del "fraude" que el Gobierno supuestamente lleva a cabo.
Ninguna de las propuestas que se hicieron hoy en la OEA era de consenso, lo que evidenció que era imposible redactar un texto que recabara los 23 votos necesarios, es decir, los dos tercios de los 34 Estados representados (todos menos Cuba).