Adolfo Suárez Gónzalez

Publicado: 26/03/2024
Autor

José Antonio Jiménez Rincón

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Fue un político honrado que le tocó bailar con la más fea y no solo la sacó a bailar, sino que convivió con ella algunos años hasta cambiarle su fisonomía
Winston Churchill decía que “la política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra nos pueden matar una vez; en política, muchas veces”. Y también que “el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido”.

Y creo que muchos estarán de acuerdo con el político inglés. Mentir es un arte que predican muchos políticos para mantenerse en el poder. Mentir es, a veces, el ADN de la política. Y es en Las Cortes Generales (Congreso y Senado) donde se desmelenan sin tapujos los diputados y senadores porque gozan de inviolabilidad por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones.

Sin embargo, el “puedo prometer y prometo”, famosa anáfora usada por el entonces candidato a la presidencia del Gobierno de España, Adolfo Suárez, durante su discurso electoral del 13 de junio de 1977 en Televisión Española, fue parte de la antesala de un discurso que caló en la población española y que le hizo ganar las elecciones.

El pasado 23 de marzo se cumplieron diez años del fallecimiento a los 81 de Adolfo Suárez González, el primer presidente del Gobierno en la democracia española tras 40 años de la férrea dictadura franquista. Aquel día, la Sexta Deportes interrumpió su programación habitual para informar en directo de la noticia. Hoy, el aniversario de su muerte ha pasado con más pena que gloria. Apenas se ha informado de ello.

Entre las promesas más importantes que pronunció (ver en internet discurso completo), destaco las siguientes: “Puedo prometer y prometo que trabajaremos con honestidad, con limpieza y de tal forma que todos ustedes puedan controlar las acciones de gobierno. Puedo, en fin, prometer y prometo que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos”. Dos días después del citado discurso, la Unión de Centro Democrático ganó las elecciones generales de 1977 que dieron lugar a las Cortes constituyentes que redactaron la Constitución de 1978. Y más tarde, el 1 de marzo de 1979, Adolfo Suárez ganaría unas segundas elecciones generales.

Sin embargo, por su política, los nostálgicos del franquismo le consideraban un traidor al Movimiento Nacional y la izquierda lo veía como un mentiroso, pero Suárez nunca traicionó la idea de una España democrática. Durante su presidencia se llevaron a cabo diversas medidas que reformaron el sistema previo, como la autoliquidación de las Cortes franquistas o la legalización de los partidos políticos; especialmente notoria fue la legalización del Partido Comunista para fundar una democracia liberal. Todo ello, en un tiempo en que era muy difícil gobernar, porque  los militares les habían manifestado muy claramente en este punto que: “...pasen los socialistas y nacionalistas moderados, pero los comunistas no pueden ser legales”.

A ningún político se le debe tanto, y a ninguno se le pagó peor, siendo acaso el más importante que ha tenido España en todo el siglo XX, a tenor de la colosal e imposible tarea que tenía por delante y lo fácil y tentador que hubiera sido equivocarse. Fue un político honrado que le tocó bailar con la más fea y no solo la sacó a bailar, sino que convivió con ella algunos años hasta cambiarle su fisonomía.

El mismo Suárez dejaba claras sus intenciones inmediatamente después de acceder al Gobierno en un discurso por televisión: "Hace pocos días, en las Cortes afirmé, y repito ahora, que tenemos que elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal". Colosal.

Tras la aprobación de la Ley de Reforma Política, la inestabilidad en España se incrementa. Suárez es "el traidor" para la extrema derecha y el hombre que pretende que el fin del franquismo no suponga el colapso de su régimen político para la extrema izquierda. Atentados de ETA, secuestros del Grapo, asesinatos de los Guerrilleros de Cristo Rey... Suárez confiesa a sus allegados su impresión de que algunos preparan un golpe de Estado. Y llevaba razón. Surgió el 23 de febrero de 1981.

Decía Konrad Adenauer, primer canciller de la República Federal de Alemania y uno de los padres de Europa, que “En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno”.  

Un periodista contó, que durante una de sus giras europeas dijo que los periodistas no viajaban con él en el avión presidencial porque el Estado no pagaba el trabajo de empresas privadas. Honesto, con sentido de Estado y del interés general. Ojalá los políticos actuales tuvieran tenido el sentido del bien público y la austeridad de su administración. Ese era Suárez.

Una vez escuché a una persona mayor decir que uno se va cuando está maduro. Suárez sufrió lo indecible por sus dos grandes amores, su hija mayor, Marián Suárez Illana que falleció de cáncer a los 41 años y su esposa Amparo Illana Elórtegui a los 66 años en 2001 de la misma enfermedad. Tanto sufrimiento conllevó que enfermara de Alzheimer. Hay una hipótesis médica que señala que el Alzheimer tiene dos causas entre otras desconocidas: el sufrimiento y el estrés. Suárez no se privó, diría que ni un minuto de ambas cosas durante muchos años de su vida. El tiempo que estuvo "en silencio" habló por los codos a su familia. Porque estuvo sembrando paz, paciencia, misericordia, alegría a pesar del dolor, mansedumbre..., tantas virtudes. Así que, aunque su legado histórico esté hoy día más que perdido, su legado humano está ahí para quien lo quiera ver.

Adolfo Suárez falleció en Madrid el 23 de marzo de 2014 a la edad de 81 años por EPOC agudizado en el contexto de la enfermedad de Alzheimer que padecía, tal como informó Isabel de Azuela, la médico internista responsable de la atención del ex presidente en los últimos años. Está enterrado en la catedral de Ávila.

Hoy decimos en voz alta; ¿tenemos políticos con responsabilidad de Estado como lo fue Suárez, o estamos ante una depredación de la personalidad de los políticos para alcanzar el poder?, ¿en política vale todo?, ¿les interesa a los políticos los ciudadanos?, ¿es el poder un resultado de un estado fallido?

He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”. Charles de Gaulle, primer ministro de Francia entre 1944 y 1946.

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