El Sábado Santo ha dejado de ser un día menor. Lo que hasta hace pocos años era
una jornada más tranquila, el epílogo calmado en la Semana Santa sevillana, se ha consolidado como un día
plenamente integrado; más en el público de fuera que el propiamente sevillano. Las cinco hermandades que procesionan —El Sol, La Trinidad, La Soledad de San Lorenzo, Los Servitas y el Santo Entierro— hicieron estación de penitencia con normalidad, completando su recorrido de manera impecable desde el punto de vista organizativo. Pero no sin matices.
El aspecto más visible del día fue, sin duda,
el aumento considerable de público en las calles. Especialmente llamativo para tratarse de una jornada que tradicionalmente había contado con menor afluencia. Este año, sin embargo,
la ciudad estaba llena. Visitantes de fuera, grupos familiares, pocos locales y algún que otro ‘guiri’ se repartieron por todo el centro histórico en busca de un lugar desde el que disfrutar de los cortejos. Una buena noticia para la vida de la jornada, pero que
trajo consigo sus propias sombras.
Porque a más público, más presión… y más medidas de control,
no siempre bien aplicadas. Como ya ocurriera en el Viernes Santo, los aforamientos innecesarios volvieron a condicionar la experiencia del día. La Policía Local
cortó el paso en varias zonas con argumentaciones difíciles de entender, incluso cuando la densidad de público no lo justificaba. En algunos puntos, la movilidad se volvió un auténtico rompecabezas, con
accesos bloqueados sin previo aviso y trayectos taponados por sillas plegables, mochilas y gente apostada durante horas.
A pesar de ello, las cofradías brillaron. Sobre todo porque hablamos de un día que en lo que a
horarios se refiere, se mantuvo absolutamente perfecto. Al paso de la Soledad de San Lorenzo por Campana, tan solo fueron
cinco minutos los que hubo de retraso, de los cuales, seis fueron dejados por la propia cofradía -contando con que había uno de adelanto- por lo que podemos hablar de un éxito en este sentido.
Así fue este Sábado Santo de 2025, un día en el que Sevilla confirmó que la jornada ha ganado presencia, pero también en el que quedó claro que
el crecimiento del público exige un replanteamiento de su gestión. Sevilla y su Semana Santa muere de éxito.