La masiva presencia de aves en la Albufera de Valencia, especialmente de los llamativos flamencos, es signo evidente del buen estado de las aguas de este lago, que este invierno recibió significativos aportes del río Júcar, pero también del deterioro de otros humedales como Doñana, y su presencia podría tener algunas consecuencias negativas, especialmente en los arrozales.
En declaraciones a EFE, varios expertos explican cómo ha sido posible la presencia de más de 110.000 parejas de aves en la Albufera y subrayan que no es precisamente el flamenco el mejor indicador para determinar la salud del humedal.
"Es un animal muy visible y en los últimos años se ha detectado un incremento de su presencia en la Albufera. Es cierto que tienen mucha movilidad, que se pueden desplazar cerca de 200 kilómetros en una jornada para buscar alimento y que cuando tienen algún problema en alguna laguna no tardan en buscar mejores condiciones", explica la catedrática de Geografía de la Universitat Politècnica de València (UPV) María José Vinyals.
RÉCORD EN EL CENSO DE AVIFAUNA
"Cuando un humedal sufre una sequía severa, como es el caso de Doñana, las aves buscan alternativas y se establecen en otro sitio de forma temporal o permanente. En Doñana hay una situación extrema por la sobreexplotación de recursos y por la sequía. Y en la Albufera sucede al contrario; ha tenido un buen invierno, con la 'perellonà' (inundación) más extensa en los últimos años", explica Carles Sanchis, investigador en el Centro Valenciano de Estudios del Riego de la UPV.
"Es cierto que hay más aves, no solo flamencos, y desde el pasado otoño el censo de avifauna está siendo récord, con unas 114.000 parejas de aves", detalla.
Pero quizá la presencia de estas aves rosadas no sea el mejor indicador de la calidad del lago: hay otras más escasas y delicadas que preocupan más a los especialistas.
EL FLAMENCO, COMÚN EN EL MEDITERRÁNEO ORIENTAL
El delegado en la Comunidad Valenciana de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife), Mario Giménez, es más escéptico a la hora de establecer una relación directa entre el mal estado de Doñana y el incremento de flamencos en la Albufera.
"Seguro que parte de la población que ha llegado lo hace por las malas condiciones de las marismas andaluzas, pero no creo que la causa sea directa -señala-. La colonia de la Albufera tiene que ver con el buen estado del agua y del arrozal, hay más alimento".
"Flamencos hay en la Albufera desde hace años. Hay una gran población en todo el Mediterráneo oriental, desde la Camarga en Francia hasta el norte de África; son poblaciones conectadas, y los reproductores suelen marchar de un sitio a otro si no encuentran buenas condiciones", añade Giménez.
A su juicio, se debe mirar hacia una tendencia más que a un hecho coyuntural: "El flamenco es oportunista, ya que vive en espacios que suelen cambiar, pueden criar un año en un lugar y cambiar al siguiente; es bastante normal ese cambio en la vida del flamenco, un ave muy longeva, por cierto, que suele engendrar una cría por año, al contrario que otras especies que viven menos años y tratan de reproducirse más".
"La Albufera está mejor, es cierto, porque tiene una asignación de caudales en el plan de cuenca, pero este aporte está condicionado a que se modernicen los regadíos, no está blindado. Lo que hay que garantizar -remarca- es que llegue año tras año".
UN POSIBLE PROBLEMA
Giménez advierte, además, del problema para los agricultores que puede suponer la consolidación de la presencia de flamencos en la Albufera, básicamente por las pérdidas que pueden ocasionar sobre las cosechas.
"Hablar de la presencia récord de aves tampoco es significativo si incluimos a especies como las gaviotas o los flamencos", que según explica tienen necesidades "muy diferentes. Además, quizá su presencia no indica la buena situación de la Albufera, sino la pésima de otros espacios".
Por ello, el delegado de la SEO cree que "el flamenco es mal enganche para hablar del buen estado de la Albufera, porque no necesariamente necesitamos más. Deberíamos fijarnos en la presencia de especies como la focha, el pato colorado, la garza u otras especies amenazadas, cuya presencia depende de la calidad del agua y la vegetación subacuática".
En su opinión, la Albufera, por su extensión, "debería tener miles de parejas de estas especies, pero en algunos casos sólo hay decenas. Si al lago le sigue entrando agua de calidad esto se recuperará, pero insisto en que no existe una garantía de que se repita este buen año".