El que acaba ha sido sin duda el gran año de Rafael Nadal, un jugador que ha logrado sus objetivos, ganar Roland Garros por cuarta vez y sumar su primer Wimbledon, además de desbancar al suizo Roger Federer del número uno del mundo y obtener la medalla de oro olímpico.
El tenis español redondeó la temporada incluso sin Nadal, al ganar el equipo de Emilio Sánchez Vicario su tercera Copa Davis en la casa de Argentina en la final disputada en Mar del Plata, una derrota que sumió al conjunto latinoamericano en una profunda decepción.
Una lesión impidió a Nadal ser el líder de ese equipo campeón a domicilio, y el número uno tuvo que conformarse con ver por televisión la hazaña de sus compañeros Feliciano López, Fernando Verdasco, David Ferrer y Marcel Granollers.
Argentina, mientras, lloró la derrota de un conjunto liderado por dos súper clases como David Nalbandian y Juan Martín del Potro, que perdieron una ocasión de oro para que su país obtuviera por primera vez la Ensaladera al tercer intento.
Al ser un año olímpico, el calendario, ya habitualmente con exceso de torneos, se complicó aún más. Hubo muchas lesiones y sólo los súper dotados lograron triunfar. Nadal fue el más fuerte de todos ellos.
Nadal no sólo ganó Roland Garros por cuarta vez, sino que conquistó Wimbledon en su segunda final consecutiva contra Federer, convirtiéndose en el primer jugador desde Bjorn Borg en 1980 en sumar esos dos grandes en la misma temporada.
Ocho torneos ganados
La maestría y polivalencia de Nadal se demostró en ocho torneos ganados, los dos mencionados y los de Montecarlo, Barcelona, Hamburgo, Queens, Toronto y la medalla de oro obtenida en la final olímpica ante el chileno Fernando González.
Su persecución tras Federer tuvo su recompensa el 18 de agosto, cuando después de casi tres años de estar acechando, desbancó del trono al considerado mejor jugador de todos los tiempos. A partir de ahora se inicia una nueva era, con el suizo intentando recuperar el número uno, y otros adversarios como el serbio Novak Djokovic y el británico Andy Murray, al abordaje.
El tenis español sumó además los triunfos de David Ferrer en Valencia y Hertogenbosh, de Verdasco en Umag, de Nicolás Almagro en Costa do Saupie y Acapulco y de Tommy Robredo en Bastad.
La competición femenina
En la competición femenina, Anabel Medina fue la mejor al terminar el año en el puesto 22 tras ganar Estrasburgo, ser finalista en Fez y Portoroz, brillar con Virginia Ruano en el triunfo en dobles en Roland Garros y ganar la medalla de plata en esta especialidad en los Juegos de Pekín. España además, disputó la final de la Copa Federación, perdiendo en Madrid ante Rusia por 4-1.
Para Argentina, los cuatro títulos consecutivos de Del Potro (Stuttgart, Kitzbuhel, Los Angeles y Washington), con participación en la Copa Masters incluida, significaron una inyección de moral. Ya no está solo en la cúspide Nalbandian, ganador en Buenos Aires y Estocolmo. Son un dúo que puede hacer soñar todavía más a un país que salió herido en Mar del Plata.
Tras la retirada de la belga Justine Henin, el puesto de número uno del mundo fue cambiando de mano en mano. Las serbias Ana Ivanovic y Jelena Jankovic se lo repartieron por etapas para al final ser esta última la que acabase ocupando el trono. Ivanovic ganó su primer Grand Slam en Roland Garros, y los otros tres grandes se lo repartieron Maria Sharapova (Abierto de Australia), Venus Williams (Wimbledon) y Serena Williams (Abierto EE.UU.).
La rusa Dinara Safina, finalista en París y plata en los Juegos Olímpicos se colocó tercera del mundo, con una completa temporada que incluyó los títulos de Berlín, Los Angeles, Montreal y Tokio. Fue una de las revelaciones de la temporada en la que Venus dio el aldabonazo final al coronarse maestra de maestras en Doha.
Un gran año para el tenis, sobre todo para España.