Artículo de opinión de Aldara Rincón Heredia, de IU El Puerto
EEn el corazón del Puerto de Santa María, entre el murmullo del Atlántico y las calles de piedra, se alza un lugar que encierra siglos de dolor, resistencia y dignidad: el antiguo penal del Puerto. Esta prisión, conocida por su dureza, fue escenario de represión durante la dictadura franquista, albergando entre sus muros a cientos de republicanos cuyo único delito fue defender la libertad y la justicia social. Muchos de ellos fueron torturados, vejados y condenados al silencio por sus ideas políticas.
Sin embargo, hoy ese lugar que debería ser faro de memoria y conciencia colectiva se hunde en el abandono. La dejadez institucional, personificada en los varios concejales de cultura en estas dos legislaturas del PP, representa una traición a la historia de nuestra ciudad. Optaron por adornar calles y plazas, mientras deja en la sombra un patrimonio de lucha que exige ser reconocido. No se puede embellecer una ciudad a costa de enterrar su verdad. La desmemoria no es inocente: es una forma de violencia. Cuando no recordamos, estamos dejando espacio para que la historia se repita. Cuando se minimiza el horror sufrido por quienes lucharon por la República, se está negando la dignidad de todas esas vidas que pasaron por las celdas del penal, o que fueron ejecutadas sin juicio justo. No fueron delincuentes: fueron luchadores por la democracia, obreros, maestros, campesinos, mujeres valientes, jóvenes soñadores. La Segunda República significó avances sociales sin precedentes: el derecho al voto de las mujeres, la reforma agraria, la educación pública y laica, la separación Iglesia-Estado. Defender su legado no es nostalgia, es justicia.
En el cementerio municipal, aún queda una tumba humilde que recuerda a los republicanos asesinados. Una lápida entre muchas, que resiste como faro silencioso de memoria. Ese lugar debería ser un punto de encuentro para las nuevas generaciones, para aprender que el fascismo no llegó solo ni se fue sin dejar cicatrices profundas.
Recordar es un acto político. Recuperar la memoria del penal del Puerto de Santa María no es solo una cuestión de historia: es una deuda con el pasado y un compromiso con el futuro. Porque, como dijo Machado, “en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. No dejemos que el olvido siga embistiendo. Verdad, justicia y reparación.