Joaquín Peña defiende una IA que libere el talento: “Se trata de crecer, no de recortar”. El CEO de People1 y profesor en la Universidad de Sevilla explica cómo la inteligencia artificial puede convertirse en una aliada del desarrollo humano y empresarial, y presenta Agent Flock, una solución pionera con enfoque humanista.

Joaquín Peña lo tiene claro: la IA no debería usarse para sustituir a las personas, sino para impulsarlas. Con esa visión, lidera el evento Boost People, que se celebrará el próximo 12 de junio en Sevilla y que busca acercar la IA a empresarios y pymes desde un enfoque transformador. Allí se presentará Agent Flock, la primera solución europea de inteligencia artificial con base humanista, desarrollada en la Universidad de Sevilla.

Para Peña, la clave está en el uso que se le da a la tecnología. “La IA es una herramienta igual que cualquier otra. Puedes usar un cuchillo para atacar o para cocinar un plato fantástico”, explica. Frente al modelo habitual centrado en recortes y automatización fría, él propone liberar a los equipos de tareas repetitivas para que puedan centrarse en aportar valor. “Si automatizas el trabajo que a nadie le gusta -como comprobar facturas o rellenar formularios- puedes usar ese tiempo para cuidar mejor al cliente y construir el futuro de la empresa”.

Peña recuerda que comenzaron con cinco personas en su equipo y hoy son veinte, precisamente porque han automatizado todo lo automatizable sin prescindir de nadie. “La IA, bien usada, es una vía para crecer, no para recortar”, insiste.

Una tecnología nacida de la investigación

La base tecnológica de Agent Flock tiene una historia singular. Peña empezó su tesis doctoral a principios de los 2000 con una preocupación muy concreta: evitar que los sistemas de IA tomaran decisiones impredecibles. A partir de ahí, desarrolló un enfoque que permitía estabilizar su comportamiento, lo que le llevó a colaborar con la NASA en el diseño de enjambres de naves autónomas para la exploración de Marte y el cinturón de asteroides.

Años después, esa experiencia ha dado lugar a una herramienta diseñada para el mundo empresarial. “La mayoría de la gente no sabe cómo usar la IA porque requiere conocimientos técnicos. Nosotros eliminamos esa barrera: hablas con el sistema y él diseña una solución que te ahorra el trabajo repetitivo”, explica. Pero no se trata solo de automatizar, sino de empujar a las personas a dar un paso adelante. “La empresa tiene que formar, animar y acompañar a su gente en ese proceso de evolución. Si queremos crecer, nuestras organizaciones tienen que volverse más humanas”.

Orquestas inteligentes para pymes

Uno de los conceptos que defiende Peña es el de las “orquestas inteligentes”: sistemas coordinados de IA que sustituyen tareas manuales por flujos automatizados. En su opinión, el impacto para las pymes es inmediato. “Todos los empresarios saben que podrían crecer si dedicaran más tiempo a tratar mejor a sus clientes. Si liberas un 30 % del tiempo que hoy se pierde en tareas repetitivas, es como si tuvieras un 30 % más de empleados”. Ese tiempo, añade, puede invertirse en diseñar mejores productos, negociar con proveedores o innovar. “Ahí es donde realmente se genera valor”.

Más allá de la ética, el compromiso

Respecto a los retos éticos de la IA, Peña reconoce el papel de la Unión Europea al legislar los usos inaceptables, pero cree que el gran cambio debe venir desde dentro. “Una vez que sales de lo ilegal, todo depende de cómo quiera usar la IA cada empresa. Y muchos empresarios tienen la preocupación real de cuidar a su gente”, afirma. Desde su perspectiva, eso ya no es una cuestión legal, sino de compromiso.

Peña asegura que hay un miedo infundado sobre la capacidad de la IA para sustituirnos. “La IA puede hacer un 30 % del trabajo en cualquier puesto, pero no puede sustituir el todo. No hace trabajos complejos”. Esa comprensión, según él, será clave en los próximos años. “Cuando entendamos que la IA no viene a eliminarnos, sino a ayudarnos a dar un paso adelante, podremos usarla para evolucionar y crecer”.

Y concluye con una visión optimista: “Si hoy alguien está picando facturas, mañana puede estar gestionando pagos, hablando con proveedores o diseñando nuevas estrategias. Ese es el verdadero futuro del trabajo”.