Una final agónica decidida con un fallo de Álvaro Morata

Publicado: 09/06/2025
El primer detalle fue que los penaltis tuvieron que cobrarse en la portería detrás de la cual estaba el fondo portugués
España cayó este domingo ante Portugal en una final agónica de la Liga de Naciones que al final se decidió por un fallo de Álvaro Morata en la tanda de penaltis, lo que convierte al jugador en el protagonista negativo de un partido lleno de alternativas, con buenas situaciones para ambos equipos y con mucha entrega.

Morata tuvo diez minutos en los que hubiera podido decidir a favor de España una final apretada y terminó inclinando la balanza hacia otro lado. Hubiera podido pasar al revés. Fue una final agónica en la que cualquier cosa hubiera podido terminar marcando la diferencia.

Como en todas las finales, era un partido lleno de tensión en el campo y en las gradas. Estaba en juego un título y para Cristiano Ronaldo tal vez la posibilidad de su último trofeo ante un equipo en el que está uno de sus posibles sucesores en el firmamento futbolístico: Lamine Yamal.

Hubo un momento en el que Ronaldo le robó una pelota a Lamine Yamal y lanzó un contragolpe. La cosa quedó en nada, pero la afición portuguesa enloqueció.

A Lamine Yamal la afición portuguesa parecía temerle. Cobró una falta en el minuto 14. Hubo murmullos nerviosos en el fondo portugués cuando el español se disponía para el tiro y júbilo cuando su remate se fue por encima del larguero.

Aunque Cristiano está lejos de ser el monstruo que fue -pese a todo el sacrificio que aporta al equipo-, la afición española no se fiaba sabiendo que queda mucha de su capacidad goleadora en el área, y prefería pitarle cada vez que tocaba la pelota.

Los portugueses, respaldados por los aficionados neutrales que estaban el estadio, pitaban a un Marc Cucurella que, por otro lado, libro un duelo con Concecaio en la primera parte que a veces rebasó lo meramente deportivo.

Los roces entre los dos -hubo una carga sin sentido del portugués sobre el español que llevó al árbitro a amonestarle verbalmente- eran una de las cosas que mostraban la tensión en el campo.

Otro síntoma fueron las protestas en cada uno de los tres goles de la primera parte. Los portugueses reclamaron un presunto fuera de juego previo de Mikel Oyarzábal en el gol de Martin Zubimendi. Los españoles creyeron ver un fuera de juego de Cristiano en el empate de Nuno Mendes. Y en el segundo gol español, de Oyarzábal, los lusos alejaban falta contra Bernado Silva, pero el árbitro y el VAR tuvieron otra percepción. Ninguna de las reclamaciones va a hacer historia.

También se veía que había mucho en juego en muchos balones divididos y en algunos errores individuales. y en la manera como se celebraba en las gradas cada recuperación de pelota.

En el segundo tiempo apareció el Cristiano de siempre para empatar con remate dentro del área pequeña tras un rebote generado en un centro de Nuno Mendes que la defensa española no pudo controlar La afición portuguesa celebró y luego empezó a corear el nombre de su ídolo. Y de cuando en cuando volvía a corearlo. Los cánticos subieron de tono en el 87 cuando Cristiano se sentó el círculo central y tuvo que ser sustituido por lesión por Gonçalo Ramos.

No hubo, en los noventa minutos, el gol que definiera todo y que acabara con la tensión convirtiéndola en alegría en uno de los equipos y decepción en el otro. Los jugadores tuvieron que seguir dándolo todo durante media hora más.

La tensión por momentos parecía a punto de explotar. Ya en la prórroga los portugueses reclamaron airados un posible penalti de Le Normand contra Nuno Mendes. Después hubo una tángana que mostraba que los nervios estaban de punto de estallar.

Los jugadores lo intentaban todo ya la decisión podía llegar en cualquier jugada aislada. Pedro Porro, por ejemplo, intento marcar desde el centro del campo al ver a Diogo Costa adelantado. Del lado portugués Rafael Leao intentaba un desborde tras otro.

Un balón perdido o algo parecido podía representar la sentencia. Los dos entrenadores, Luis de la Fuente y Roberto Martínez, habían dicho antes de la final -también antes de las semifinales- que en los duelos entre rivales de cierto nivel al final la diferencia estaría en los detalles.

Esta noche, para encontrar esos detalles definitivos, tuvo que pasarse a la definición por penaltis. Habrá quien diga que en partidos así es mejor que no haya ganador. Pero eso es algo que sin duda sólo dicen los llamados espectadores neutrales, aquellos de los que Mikel Ozarzábal decía un día antes que iban a disfrutar mucho el partido.

El primer detalle fue que los penaltis tuvieron que cobrarse en la portería detrás de la cual estaba el fondo portugués. Cada lanzador español era recibido con silbidos. Cada uno de los lanzadores marcó el suyo, hasta que llegó el cuarto de los españoles; Morata falló. Ese penalti detenido por Diogo Costa fue el detalle final que decidió una final intensa.

© Copyright 2025 Andalucía Información