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Martes 19/11/2024
 

Vejer

Ángel Tinoco: "Haremos un orificio al ataúd para el destornillador y otro para una antena"

Ángel Tinoco nos enseña su magnífica colección de entre 500 y 600 aparatos de radio que abarca modelos de todas las épocas

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  • “No es un museo”, aclara Tinoco, “es un capricho... porque la radio forma parte de mi vida y por eso llevo años comprando y reparando” radios
  • Ángel Tinoco, mientras te enseña los modelos, relata su historia, la evolución de un medio desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días
  • Esa pasión por la electrónica “ya la empezó mi padre, un hombre polifacético, sobre 1920, y nos la fue transmitiendo a mi hermano y a mí”

Corría el año 1873 cuando el físico escocés James Clerk Maxwell formuló la teoría de las ondas electromagnéticas, germen de la radio. Años más tarde, concretamente en 1887, se confirmaba esa teoría gracias al físico alemán Heinrich Hertz, quien además descubrió la forma de producir y detectar ondas electromagnéticas. Pero no fue hasta 1894, a las puertas del siglo XX, cuando el gran Nikola Tesla realizó la que sería primera demostración en público de una transmisión de radio. Y un año más tarde, en 1895, el italiano Guillermo Marconi construyó el primer sistema de radio, logrando en 1901 enviar señales de una a otra orilla del Atlántico, donde las ondas viajaron a través de 3.360 kilómetros de océano. La radio, uno de los medios que más pasiones ha despertado y despierta, había nacido.

La veo más viva que nunca, porque tiene a día de hoy a cien millones de invidentes en el mundo y con problemas en la vista, unos 500 millones. Si vamos conduciendo, escuchamos la radio. La radio no desaparece y se ha adaptado muy bien a internet. De hecho, internet es la hija rebelde de la radio

Pasiones y ondas que han dado la vuelta al mundo y que en un momento dado llegaron a la calle Juan Bueno, antigua calle del Correo, en Vejer, donde hoy, a pesar de la era digital, se acomodan y se dejan mimar en una pequeña tienda, anclada en el tiempo, a cargo de Ángel Tinoco. En realidad, vive allí…

Nada más entrar se nota ese aire de respeto, orden y amor hacia el pasado. Es mitad taller, mitad tienda, mitad museo… es uno de esos lugares que, cual cápsulas del tiempo, se asemejan a templos construidos por años de pasión y dedicación por un oficio, en este caso la electrónica. Y en este templo se adora a la radio. De hecho, por él han pasado los grandes profetas de la profesión… el último, semanas atrás, Luis del Olmo, “pero han sido muchos los que se dejan caer llevados por la curiosidad”.

“No es un museo...”

Pero vayamos por parte. “No es un museo”, aclara Tinoco, “es un capricho… porque la radio forma parte de mi vida y por eso llevo años comprando y reparando” aparatos de radio. Y forma parte de su vida porque “mi profesión siempre ha estado relacionada con el mundo de la radio en la vertiente de la electrónica”. Desde joven, Ángel Tinoco, “reparaba y construía aparatos”.

Claro, que de casta le viene al galgo. Esa pasión por la electrónica “ya la empezó mi padre sobre 1920, y nos la fue transmitiendo a mi hermano y a mí”. Su padre era “un hombre polifacético, desde músico a operador de cine”. Y Ángel continuó “desde muy joven en una tienda, donde estaba mi casa también, un poco más arriba que la actual”.

La colección en sí “comenzó hace unos treinta años, yendo a los mercadillos con mi esposa. Nos daba lástima ver en el suelo tanta añoranza, tantos aparatos de radio que habían formado parte de la vida de otros”, así que los fue “comprando y comprando”. Ahora, su colección cuenta con entre 500 y 600 radios, de prácticamente todas las épocas y prácticamente de todas las marcas y modelos. Pero lo que es más importante e impresionante: “todas funcionan” gracias a su mano experta y también “a mi mujer, que comparte al cien por cien esta pasión”.

Pero su pasión va más allá que la electrónica en sí. “Me encanta escucharla, de hecho no veo la tele… para mí la radio es lo más perfecto… no hay maquillaje ni en el lenguaje y despierta la imaginación mucho más allá que la imagen”.

Y le encanta la historia de la radio. Y le encanta transmitirla. Es una enciclopedia andante, como se dice vulgarmente. Ángel Tinoco habla del Titanic, “esa gesta que fue un mal gesto (risas)”, en 1912, “cuando se empleó la radiotelegrafía para pedir  SOS”, aunque con código Morse. “Más tarde se logró que a través de estas señales se pudiera hablar” y “así nació la radio” que hoy conocemos.

La evolución de la radio

Mientras te enseña los ejemplos en vivo y en directo, habla de su evolución, desde los primeros aparatos de radio galena, entre 1920 y 1923, pasando por las “radios de reacción, con válvulas tríodo que tampoco podían amplificarse”, en 1927, hasta la radio superheterodino que tenemos actualmente en sus dos versiones, de Onda Media y Frecuencia Modulada, la cual tuvo su eclosión en España en 1954”.S

Y claro, mientras él habla, el visitante las observa y las escucha… las de galena y las de reacción, “usaban auriculares”… luego te enseña la evolución en los diseños… desde “ese estilo Empire State que tanto éxito tuvo en España, o los modelos Art Decó”, hasta sus preferidas, “las Loewe Opta”, que son “las que gozan de todas mis simpatías” porque “a los técnicos nos encanta esa robustez”.

Y habla de la importancia de personajes históricos como Tesla o “el gran olvidado”, Edwin Howard Armstrong, quien fue un ingeniero e inventor estadounidense que, entre otros logros, “desarrolló la radiodifusión por modulación de frecuencia y el sistema receptor superheterodino”.

Entre las radios emerge un bellísimo y antiquísimo fonógrafo, lo pone en marcha y explica que “fue de los primeros elementos mecánicos que llegaron al mercado, como el de Edison con cilindros y los posteriores de disco de pizarra que emitían un sonido peculiar, mecánico, que no era muy agradable pero claro, hablamos de 1904 y llamó mucho la atención”.

Ángel nos enseña su taller, detrás de la tienda, con infinidad de armarios, herramientas y cajones en los que, perfectamente ordenados, etiquetados y nombrados, tiene lámparas de serie roja, válvulas rusas, transformadores de altavoz, lámparas de salida de potencia, diodos, condensadores, etc... todo guardado con el mismo cariño y esmero con el que expone su colección.

El mañana

En cuanto al futuro de la radio… “la veo más viva que nunca, porque tiene a día de hoy a cien millones de invidentes en el mundo y con problemas en la vista, unos 500 millones. Si vamos conduciendo, escuchamos la radio. La radio no desaparece y se ha adaptado muy bien a internet. De hecho, internet es la hija rebelde de la radio”.

Y sobre el futuro de su colección, “sinceramente no lo sé… el otro día estuvo aquí un coleccionista ruso y le pregunté sobre el futuro de su colección y me dijo lo mismo, que no lo sabía”.

Tinoco tiene dos hijos “pero hoy la vida es diferente” y por ahora “cada uno se dedica a lo suyo”. En cuanto a su colección “quedará como una anécdota estática”.

Mientras tanto “sigo comprando (también a través de internet) y arreglando radios porque hasta el día que me muera tendré el destornillador en la mano... de hecho, le haremos un orificio al ataúd para el destornillador y otro para una antena”.

Dejamos atrás su tienda, su colección, mientras Ángel, que antes de salir nos siguió hablando de la guerra de las pantentes, de la implantación de la FM, de qué radio es para él la que mejor sonido ofrece, se despide invitándonos a volver a su templo al tiempo que nos acompaña aún las ondas de una emisora que da sentido y ameniza a toda la calle.

Unas ondas que llevan más de un siglo viajando por el mundo y que han encontrado en Ángel Tinoco, destornillador en marno, a quien las cuide y las mime para que perduren en el tiempo .

 

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