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La escritura perpetua

Críticas Aznar

A Aznar parece irritarle Pablo Casado, que se opone a todo sin aparentemente ofrecer nada y carece de carisma

Publicado: 10/02/2022 ·
17:33
· Actualizado: 10/02/2022 · 17:33
  • El expresidente del Gobierno, José María Aznar. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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José María Aznar colocó los pies sobre la mesa en presencia de George W. Bush y de Tony Blair y quizás pensó que se vivía en ese momento el pico más alto de la política exterior española. En aquella foto Aznar era la personificación de la satisfacción en reposo. Pero su gran logro fue unificar a la derecha española en lo que Francisco Umbral denominó “la derechona” en un libro memorable. Así consiguió Aznar aquella mayoría absoluta en las generales del 2000. Lo que se conoció a principios de los 80 como ‘el techo de Fraga’ consistió en que a don Manuel se le identificaba con la derechona, nunca con el centro derecha, que era la marca de Adolfo Suárez, y por eso Fraga tenía un techo de votos y terminó en Galicia y no en La Moncloa. Franco exclamó el día que conoció a aquel joven lleno de urgencias políticas con pantalonazos sujetos con tirantes: “A este chico que lo hagan algo”. De modo que Aznar ha sido, sí, el gran líder de la derecha española desde la Transición, y en su época presidencial resultaba impensable que surgiera un Santiago Abascal porque el PP rebosaba en sí mismo de bandera, himno nacional y testosterona. Aznar incluso acabó con las huestes de Blas Piñar, que era un Jean Marie Le Pen en españolazo y castizo.  

A Aznar parece irritarle Pablo Casado, que se opone a todo sin aparentemente ofrecer nada y carece de carisma. Hace unos días, en Ávila, durante una noche gélida de mitin ante los comicios de Castilla y León, Aznar dejó caer: “Muchas veces oigo decir: hay que ganar para que no sé quién llegue a La Moncloa, al convento, o al palacio de no sé cuántos… Oiga, la pregunta es: ¿pero para qué?”. El expresidente, claro, dio munición política -buscándolo o no- a un PSOE gravemente herido por las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en las que cuestionó las macrogranjas intensivas de ganadería. Porque Garzón se aburre mucho en un ministerio vacío de contenidos y supone un peligro importante para el Gobierno de coalición, porque ya Ortega advirtió de los riesgos del exceso de tiempo libre en política cuando dijo: “Los nacionalismos nacen del aburrimiento”.

En el desapego de Aznar subyace que prefiere a Isabel Díaz Ayuso como lideresa del partido. La ha definido  como “la política más popular de toda España”. El PP lleva tiempo bañándose en optimismo electoral mediático en la superficie, pero en el subsuelo del partido se libra una guerra feroz. Y ya lo advirtió el recientemente fallecido Pedro Arriola en una de sus célebres sentencias: “PP dividido: Triunfo del PSOE”.

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