No es fácil asumir responsabilidades en esta sociedad actual en la que todo es mirado y concienzudamente cuestionado desde prismas muy diversos. En esta sociedad echo en falta personas valientes que arriesguen por los demás, que den un paso adelante y asuman liderazgos en momentos de dudas y de desconcierto. Abandonar la zona de confort y asumir un rol dentro de un entorno concreto y a vista de todos no es tarea fácil, y olvidarse del miedo a la crítica, a errar e incluso a uno mismo, es un valor que suelo tener en consideración. Afrontar el fracaso es todo un reto difícil que no todos deseamos aceptar. Para ser valiente y no caer en lo absurdo hay que saber asumir ciertos patrones de conductas que marcarán el devenir de dicha situación, sobre todo, antes de emprender cualquier acción. Se ha de tener la clara conciencia de saber de aquello a lo que uno se enfrentará. No olvidemos, que la valentía también tiene que ver con aceptar las limitaciones y asumir las capacidades particulares y personales.
Tomar decisiones, asumirlas y llevarlas a cabo es una tarea ardua que nadie quiere; es fácil observar y criticar desde la barrera, dejando que otros fracasen manteniendo intacto ese supuesto honor limpio de ‘paja y lodo’, mientras otros manchan su imagen a fuerza de aciertos y errores. Abanderar una causa, liderar una empresa con los riesgos que supone, asumir un voluntariado o gobernar una ciudad tiene en mayor o menor medida riesgos muy personales que solo quienes lo viven saben el costo particular y el desgaste vivencial que dejan en dicho recorrido. Permitir el fracaso, asumirlo y aceptarlo, afrontar los miedos, ir de frente y dar la cara en los momentos que se requieran, dar crédito a quienes lo merecen, conocer los límites y las capacidades, ser equitativo y asertivo, aceptar las críticas, cumplir las promesas, etc. son valores y actitudes que se requieren para ocupar cargos de cualquier índole en una sociedad como la nuestra. Todo lo demás, me sobra.
