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Alianda

Lo importante es no aburrir

El pasado jueves aplaudí la inteligencia de Ezequiel Benítez a la hora de estructurar su recital con cantes cortos, emocionantes y dinámicos

Publicado: 23/07/2023 ·
18:45
· Actualizado: 23/07/2023 · 19:23
  • Ezequiel Benítez y Paco León, en la Fundación Cajasol de Cádiz. -
Autor

Juan Garrido

Periodista jerezano, director y presentador de 'Alianda', el espacio flamenco de Publicaciones del Sur

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El flamenco es objeto de estudio, opinión e información en este apartado que nace en Jerez pero que abarca toda la actualidad andaluza

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El pasado jueves estuve presente una vez más en el ciclo Estival Flamenco de Cajasol, en la azotea de la Casa Pemán, en la céntrica plaza de San Antonio de la capital gaditana. Las citas se han convertido en una de las propuestas que más interés me causan, por el formato, el ambiente y la calidad artística por la que se apuesta desde la organización.

La primera de las noches ya disfruté con un recital propio de una sala de jazz de Londres, pero en este caso la música que sonaba era jonda gracias al encanto envolvente de las voces de El Londro y Felipa del Moreno, que acompañaron a la guitarra, o viceversa, a Manuel Valencia, y a la percusión estuvo Carlos Merino.

El jueves pasado, la del 20 de julio, el fresquito acompañaba y a las nueve en punto estaba Ezequiel Benítez caminando hacia la silla donde se sentaría para cantar durante un poco menos de una hora. Era el único cantaor del día, la convocatoria se traducía en un recital, por tanto el concepto y la estructura del mismo cambió respecto a las apariciones que puede llevar a cabo en otras actuaciones como festivales veraniegos en los que debe compartir tablas con otros tantos más.

Fue un gustazo escuchar al cantaor, así como a Paco León, un guitarrista imparable y que no es que se vaya a convertir en uno de los más relevantes de su época, es que ya lo ha conseguido y está recogiendo frutos por semana. Hay que reconocer que todavía no nos acostumbramos a que empiece una actuación, con el cielo como techo, sin que sea de noche pero hasta eso puede pasar desapercibido ante tan digno acontecimiento.

Tuve la oportunidad de conversar con Ezequiel una vez que acabó el recital y tuve que aplaudirle su inteligencia y su compromiso con la calidad que ofrece, lejos de cualquier mediocridad que por momentos parece convertirse este arte. Ezequiel, insisto, dignifica. Sin dejar de ocultar su hueco de improvisación, sí que piensa, al menos eso parece, cómo ha de desarrollar una función según los elementos externos: tipo público según grado de afición, calidad del sonido, duración por contrato, repertorio, declaraciones habladas…

Sobre todo, lo que más me interesa de Ezequiel es que no piensa como algunos, propio de otra época, que creen que el caché se paga según lo que dure le actuación, o lo que es lo mismo, “voy a cantar y a hartar a la gente no vayan a decir que me he llevado el dinero por la cara”. Pues no, me niego a pensar así porque el flamenco es un arte de emoción y no hace falta tanto tiempo para ello. Quizás ocurra al contrario, que cuando más largo se haga más se notan los errores. Aquella vulgar expresión de “cuanto más te agachas, más se te ve el…”.

Los tientos, las alegrías, la soleá, la malagueña, las bulerías del Chaqueta, los fandangos, las bulerías… cada estilo no superaba los seis minutos que con la falseta del guitarrista del principio y del medio está en el tiempo perfecto. Es que no hace falta más. A mí personalmente me hubiera gustado escucharlo un rato más por soleá pero, ¿no es mejor quedarme con ganas de volverlo a ver? Eso es otra, el novedoso repertorio de letras que ofrecen sus cantes. Otro acierto más.

Lo que venimos a decir es que no hace falta estar en un festival cantando durante una hora, sabiendo que después quedan cuatro artistas más. Es algo que éstos deben entender y que, sobre todo, tendrían que cuidar los programadores, gestores culturales, representantes o quien se encargue del festival del pueblo de turno. No se puede aburrir, al público hay que cuidarlo e invitarlo a volver, o como me comentó el propio Ezequiel: "yo no hago lo que no me gustaría que me hicieran a mí si yo formara parte del público".

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