Por todos los medios, Huelva quiere parecerse, en materia de iluminación navideña, a Estepa y a Vigo. La localidad sevillana ha sido la primera en poner en funcionamiento la iluminación del presente año y lo hizo el pasado día 3 de noviembre y, según sus autoridades, se ha hecho así para recordar que Estepa es parte esencial de la Navidad con sus dulces. Por su parte, en la población céltica sigue empeñado su alcalde en contar con la iluminación más extraordinaria del mundo y espera que, un año más, los turistas que, atraídos por la iluminación, acudirán a la localidad dejen mucho dinero.
Y Huelva no quiere quedarse atrás pese a que hace poco tiempo saliese a la luz pública que la anterior Corporación Municipal se había gastado casi medio millón de euros más de lo presupuestado en la iluminación de nuestras calles el año pasado. Pero aquí no pasa nada y, desde el mes de octubre, hemos podido ver a los operarios de Ximénez cómo preparaban los cables y cómo también han logrado colocar las figuras que decorarán numerosos rincones de nuestra ciudad a partir del próximo día 24 de noviembre, un mes antes de la festividad navideña que celebraremos el próximo diciembre.
Hay quienes piensan que es conveniente iluminar la ciudad tan pronto porque, con las luces encendidas, hay más ganas de consumir, especialmente en los bares y en las tiendas. Es cierto que, en estos días anteriores a la Navidad se ve más público en nuestras calles y, por tanto, hay un mayor consumo. Por tanto, desde esa perspectiva, es aceptable la idea de iluminar Huelva a partir del día 24 cueste lo que cueste el consumo de electricidad.
También es verdad que la iluminación navideña hace que muchas personas salgan de sus casas y recorran las calles para contemplarla. Por ello, da gusto ver algunas zonas de nuestra ciudad y, de manera especial, los fines de semana en los que se multiplica la gente en la calle.
En estos aspectos reconocemos la importancia de la iluminación de nuestras calles (más de un centenar tengo entendido) pero hay algo fundamental donde se viene fallando desde hace ya varios años: los motivos de esa iluminación que, en gran parte, carece de sentido navideño y los que cuelgan en nuestras calles sirven lo mismo para las fiestas de San Sebastián, los Carnavales, las Verbenas de nuestras Barriadas, para los Recintos Colombinos y de la Cinta, para el Festival de Cine Iberoamericano como para anunciar la Navidad.
Pienso que cada festividad tiene sus motivos y esas tan grandes en las que ya estamos pensando e, incluso, hemos empezado a comprar los manjares habituales en esta tierra, merecen que esté mejor representada en el conjunto de figuras que conformarán la iluminación extraordinaria navideña. Por ejemplo, se podría poner alguna Estrella de Guía tan típica o seguiremos conformándonos con la insustancial que ahora tenemos a pesar del enorme coste que supone a las depauperadas arcas municipales.
Cada oveja con su oreja y la iluminación navideña de nuestras calles que nos hagan recordar lo que está a punto de llegar y no sea, un año más, un sin sentido porque no se cumplen con los objetivos previstos.
Más motivos navideños en nuestras calles y todos, empezando por los niños, más contentos. Y, quizás, hasta más barato.
