'Impresas' nació el 8M de 2019 con el objetivo de crear la primera revista editada exclusivamente por mujeres en el Centro Penitenciario Antoni Asunción Hernández, de Picassent (Valencia), el más grande de España, y cinco años más tarde es un espacio de libertad y empoderamiento para las reclusas.
Así lo explican a EFE varias de las impulsoras de una iniciativa social que va ya por su quinta edición, y quienes en estos cinco años han visto cómo ocurre "la magia" delante de sus ojos, al observar cómo cada una de las participantes de Impresas "se apropia de su yo y construye relatos nuevos sobre sí misma".
El proyecto lo dirige la periodista Pilar Almenar, junto con otra periodista, Laura Bellver, y las psicólogas Laura Ruiz y Rus Martínez, y cuenta, además, con una red de colaboradores externos, profesionales de la fotografía, la ilustración y el diseño.
Un taller semanal
Estas cuatro mujeres imparten cada viernes un taller participativo para la creación literaria colectiva en el módulo de mujeres de la prisión de Picassent, y acompañan a las quince redactoras que acogen en cada edición en la elaboración integral de una revista propia.
El resultado es una publicación impresa en papel, en la que las reclusas son las creadoras totales del contenido. Ellas lo deciden todo, desde el nombre de la revista hasta el diseño de la portada, el formato, la maquetación y, por supuesto, el contenido, asegura Almenar.
Este proceso les sirve de empoderamiento y también para salir de esos roles sociales que tradicionalmente se han impuesto a las mujeres y que muchas de las reclusas tienen muy interiorizados, especialmente el de madre y cuidadora, además de sumarse el de ser una reclusa.
"Nuestra idea también era esa, que a través de la escritura y del contacto con nosotras y con el grupo puedan salir de ese rol e imaginar que también son mujeres a las que les gusta viajar, bailar o escribir", y todo ese proceso las saca también de su discurso negativo, añade Laura Bellver.
Almenar apunta que la mayoría de las mujeres con las que trabajan "nunca han tenido la oportunidad de imaginarse a sí mismas como personas con talentos, siempre han estado en los roles de cuidadora, de madre, de persona que tiene que callar".
Por eso, afirma que generar ese espacio en el que ellas "tienen la oportunidad de definirse a sí mismas como quieran, sin que nadie les diga lo que son", es algo "alucinante".
Una minoría en prisión
El proyecto empezó a gestarse en 2017, cuando Pilar Almenar, especializada en periodismo social, se dio cuenta de que al entrevistar a colectivos que normalmente están infrarrepresentados en los medios de comunicación, estos le daban las gracias por preguntarles en primera persona.
"Empecé a pensar en la idea de que el periodismo era una herramienta superpoderosa para el empoderamiento y la dignificación de las personas", afirma; tras conocer a entidades que trabajan con mujeres en prisión, como la Asociación Àmbit, descubrió que ahí estaba el colectivo con el que quería trabajar.
Las mujeres son una minoría en las prisiones españolas, donde representan solo el 7,1 % de la población reclusa, según el último Anuario Estadístico del Ministerio del Interior, con datos del 2022, (el 9,6 % en el caso del centro de Picassent), una situación que, según señalan desde Impresas, les hace tener menos oportunidades para la reinserción.
Además, estas mujeres tenían "una gran necesidad de comunicarse que no estaban viendo resulta", por lo que Almenar concluyó que la reclusas eran el colectivo perfecto al que ayudar, desde una perspectiva feminista y no infantilizadora. Un año después, Impresas empezó a trabajar en la prisión Antoni Asunción Hernández.
La primera revista se presentó públicamente en un acto dentro de prisión el 8 de marzo de 2019, y trabaja ahora en su quinta edición, totalmente asentada en el centro penitenciario.
Dar un canal, no la voz que ya tienen
El proyecto no busca dar voz a las internas de la prisión, pues ellas ya tienen una, insisten desde 'Impresas', sino ofrecerles un canal para que su voz pueda llegar a la sociedad, y un apoyo para conseguir que llegue.
Los talleres comienzan marcando un calendario claro y con unos ejercicios para el "despertar creativo", a través de juegos de escritura, así como consultando numerosos poemarios, publicaciones, libros y otros materiales que puedan servir de inspiración a las nuevas redactoras.
Una vez trabajado todo esto, se les pregunta a las participantes sobre qué quieren escribir y se las acompaña en esa escritura. Se trata de un espacio de trabajo horizontal, que contrasta bastante con la vida que tienen en prisión, donde existe un fuerte principio de autoridad.
Por último, se contacta con los profesionales de la fotografía y el diseño, que se ponen a trabajar codo con codo con las redactoras para ilustrar sus informaciones, y se decide cómo va a ser físicamente la revista (formato, tipografía, colores...).
Además de acompañar a las reclusas con la redacción y el tema gráfico, se realiza un acompañamiento social por parte de las psicólogas que forman parte del grupo, ya que durante los talleres o en los procesos de escritura suelen salir temas personales o situaciones de duelos difíciles de gestionar, explica Laura Ruiz.
"Es un poco terapia pero no es terapia. Al verbalizar algo que me pasa, al ponerle palabras, eso por sí mismo ya es sanador", señala Ruiz, quien añade que tratan de ayudar a esta mujeres a procesar un poco algunas cuestiones, como puede ser la muerte de un familiar, para que sean lo menos dolorosas posible para ellas.
Un proyecto asentado
Tras cinco años de trabajo, gran parte de ellos con restricciones por la covid-19, el asentado proyecto 'Impresas' se ha convertido en un taller de trabajo fluido, en el que las reclusas han hecho suyas no solo las decisiones que se toman, sino también cómo se trabaja.
La iniciativa, que ha obtenido ya varios reconocimientos y premios, se mantiene gracias a la venta de las revistas y a subvenciones públicas y patrocinios privados, que permiten cubrir los gastos de imprimir la revista en papel y los pagos de los colaboradores externos.
En todo caso, aunque la necesidad de financiación es imprescindible, tampoco quieren cargar esa responsabilidad sobre el resultado final de esta revista, pues eso acabaría restando a las redactoras la libertad de hacer lo que ellas quieran en cada edición, y acabaría con el sentido de este proyecto.