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Reflexiones desde el sofá

Asco de política

Si miramos lo acontecido en las últimas semanas entre los políticos en este país, no podemos más que sentir vergüenza ajena...

Publicado: 16/03/2024 ·
10:49
· Actualizado: 16/03/2024 · 10:49
  • Político. -
Autor

José Diego Amores Revuelta

José Diego Amores Revuelta es licenciado en Historia y Archivero con influencia petermanesca

Reflexiones desde el sofá

Columnas de opinión que sólo pretenden invitar a la reflexión del lector sobre temas de actualidad

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La frase más generalizada dentro de la sociedad hispana, cuando se le plantean que den alguna opinión sobre la política actual es la de “asco de política” o “son todos iguales”. Una frase que realmente nos hace preocuparnos a quienes hemos intentado, desde el pequeño foro que uno puede defender, la legitimidad honorabilidad de dedicarse a tan noble fin de defender unos ideales sociales y económicos que favorezcan el desarrollo de una comunidad. Pero bien es cierto que cada vez es más complejo rebatir esas afirmaciones cuando cualquier debate político de esos que se suponen deben representar a la ciudadanía, nos lleva a una pelea más propia de los analistas de un reality televisivo casposo y vacío de contenido.

Si miramos lo acontecido en las últimas semanas entre los políticos en este país, no podemos más que sentir vergüenza ajena, más preocupados de buscar la “mierda” del otro que de proponer soluciones a la sociedad. Deben haber olvidado que la crítica política está legitimada por una muy trabajada Democracia, capaz de superponerse a una vergonzosa dictadura, pero los políticos de hoy se han olvidado de girar la cabeza y mirar de dónde venimos, poniendo en peligro los cimientos fuertes del debate ideológico y programático de nuestra golpeada Democracia.

El problema de todo esto radica en que los deseos de alcanzar el poder se han superpuesto al trabajo por la sociedad, llega a superar incluso a los intereses económicos personales, olvidando que es precisamente trabajando y haciendo bien su labor de representantes sociales, la mejor y única manera de mantener esa cuota de poder, porque no hay mejor forma de mandar que la de ser el primer servidor. Tal vez sea el momento de sentarse a recapacitar por parte de todos y analizar, porque al final esta crispación manifestada en los salones regios y despachos, se trasladan a la calle Cuando los que deben ser ejemplo de trato cívico y respeto se dedican a faltarse el respeto que podemos pedir a nuestros vecinos. A veces confundimos derrotar a un rival en un conflicto como un éxito, pero no es así, el insulto, la agresión físico o verbal es la derrota de las dos partes, y así nos lo ha demostrado nuestra historia, porque con estas situaciones se provoca que nunca se cierre la puerta del odio.

Espero que de los errores podamos ir aprendiendo, y empezando con nuestros políticos locales.Aprendamos de las actitudes de aquellos que se dedican a mediar y proponer para apartar esos ataques viscerales u obsesivos hacia el que está enfrente. Todos, insisto todos, hacemos cosas buenas y malas, y las malas hay que censurarlas, criticarlas y si es preciso denunciarlas, pero nunca pueden justificar el insulto y menos aún entre los representantes políticos de un pequeño pueblo donde todos somos vecinos y compartimos algo dentro de nuestra localidad.

Ojalá esta columna, que cuando la releo me recuerda a una homilía de un párroco en la misa del domingo, suponga una reflexión entre quien la lea y si es político, que sepa cambiar el “y tu más y peor” por un “así no, pero de esta forma sí”. No podemos permitir que representantes de una parte muy importante del pueblo de Barbate se vayan de un salón de Plenos, con esto no quiero juzgar ni responsabilizar a nadie porque no hay ninguno de los participantes en ese lamentable espectáculo de la sesión plenaria del mes de marzo, creo que lleven razón. El gobernante debe saber encajar y el opositor debe de respetar las normas pero si seguimos mirándonos al ombligo y justificando las reacciones fuera del tiesto porque son provocadas por el de enfrente, no deberíamos extrañarnos de rememorar la presencia de los boinas verdes y la pérdida de visitas turísticas de estos últimos años, que cambiarán de destino, al volver a vulgarizar nuestra sociedad. El Pleno debe ser el reflejo de un pueblo y desgraciadamente este mes, el espejo salió muy empañado. 

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