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El cementerio de los ingleses

La falsa evolución

A este respecto, creo que la crisis de 2008 fue un claro detonante: cuando el pan está en juego, no hay valores que valgan

Publicado: 09/06/2024 ·
19:21
· Actualizado: 09/06/2024 · 19:21
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Aún siendo evidente que la sociedad vive un momento más avanzado que el que vivieron nuestros padres y abuelos, lo cierto es que en ese espejo cotidiano de las redes sociales se puede observar cómo estamos yendo hacia detrás. Los comentarios racistas se prodigan cada vez más, el machismo ha vuelto con una fuerza preocupante, el odio hacia las personas LGTBI parece dispararse y los viejos tabúes persisten; parecían cosa superada, pero lo cierto es que estas lacras del pensamiento nunca se fueron del todo.

Siendo un poco analíticos, lo cierto es que llevo años pensando y diciendo (lo hice en esta columna alguna vez) que dicha evolución ha sido más de boquilla que otra cosa. Así, en una tierra como el sur de España que ha recibido inmigración africana desde hace décadas, parece preocuparnos la llegada de personas en busca de una oportunidad y llegamos a creer que eso supone un riesgo para nuestra cultura, costumbres y forma de vida. La realidad es que nada ha cambiado realmente, simplemente ha aumentado el bombardeo informativo al respecto y el tono alarmista con el que se dan las noticias.

A este respecto, creo que la crisis de 2008 fue un claro detonante: cuando el pan está en juego, no hay valores que valgan (valga la redundancia) y el odio es fácil de inocular. Ahora parece instalarse la creencia de que los migrantes que llegan a nuestra tierra vinieran a robar, violar y matar, creando recelo e inquina enfermiza contra personas que huyen de las guerras y el hambre. Joder, ni que no hubiera habido ladrones, violadores y asesinos patrios. ¿Tengo que recordar a El Dioni, Rodrigo Rato, Luis Roldán, José Bretón, El Chicle, los padres de Asunta Basterra o Antonio Anglés para que nos demos cuenta de cuán absurdo es este planteamiento?

En materia de igualdad, seguimos cuestionando realidades como la violencia de género, los techos de cristal, las brechas salariales y de las pensiones, la violencia vicaria y un sinfín de hechos que siguen convirtiendo a las mujeres en ciudadanas de segunda. Un poco menos de segunda, pero de segunda al fin y al cabo. Sí, se han atenuado algunas de esas brechas y se protege en mayor medida a las víctimas, pero queda mucho camino hasta una igualdad que haga innecesarias las cuotas en puestos directivos o las distintas leyes para limar distancias entre hombres y mujeres.

Es cierto que la normalización de la realidad LGTBI se está produciendo, pero también es verdad que ha crecido de nuevo la estigmatización por la forma de amar o por la propia identidad. El feminismo TERF, que excluye a las mujeres trans, las agresiones homófobas, la persistencia de comentarios y chistes que marginan a todo lo que no encaje en el esquema heteronormativo... son aspectos a tener en cuenta para tomar conciencia de que, en lo relativo a esta materia y a las anteriores, sólo se ha evolucionado de cara a la galería. En general, hay avances tibios y una gran impostura porque ser racista, machista u homófobo quedaba mal.

De un tiempo a esta parte se puede comprobar la falsedad de esta evolución porque, de haberse producido de forma real, nunca se produciría este retroceso. De hecho, no habría vuelto a crecer en Europa esta corriente reaccionaria que aúpa a Orban, a Le Pen, a Meloni o en su día a Trump y Bolsonaro. A ver si no va a resultar que no hemos evolucionado tanto en la propia especie humana y seguimos siendo de Neanderthal...

 

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