En una entrevista con Efe previa a una conferencia en la Real Academia de Ciencias, en Madrid, Allan, ganador del Stokholm Water Prize –considerado el Premio Nobel del agua–-, explica que el ritmo de consumo de una sociedad como la española equivale a más de 6.000 litros de agua por ciudadano y día, el triple de lo que un ciudadano chino.
Teniendo en cuenta que el agua que empleamos para beber o lavarnos supone sólo el 10% de la que usamos, al profesor del King College de Londres le salen esas cuentas sumando el agua que requiere producir los bienes y alimentos que usamos (el 90% del consumo), y que él cuantifica a través de su teoría del agua virtual.
Como ejemplo, Allan –una eminencia internacional en materia de gestión hídrica, cuestión sobre la que asesora al Banco Mundial o a la Unión Europea– sostiene que para producir un kilo de carne de ternera hacen falta 15.000 litros de agua y para esta cuantificación tiene en cuenta “el agua invertida en producir lo que come el animal, en
mantenerlo, en manufacturar el producto y en que llegue a nuestras manos”.
Y así el resto de cosas: un kilo de arroz más de 3.000 litros, una hamburguesa 2.400 litros, 500 gramos de queso 2.500 litros...
Ídem con los bienes de consumo: unos vaqueros, por ejemplo, requieren más de 10.000 litros de agua en su proceso producto y una camiseta de algodón más de 3.000 litros.
“Las sociedades consumen a un ritmo desenfrenado sin valorar la enorme cantidad de agua que eso supone y, sobre todo, sin tener en cuenta lo que el agua significa para el medio ambiente, la huella de agua de cada ciudadano de occidente es inmensa”, afirma este científico.
Sobre el papel de los gobiernos a la hora de regular el consumo del agua Allan, de 74 años, asegura que “el control de la gestión del agua no está en manos de los ejecutivos sino de las grandes empresas privadas como Coca Cola o Nestle”.