Cientos de personas cargadas con comida y agua pero sobre todo de palas y escobas cruzan durante este jueves el puente peatonal que une València con su barrio de La Torre, el más afectado de la capital por la dana que ha asolado la provincia esta semana.
Familiares, grupos de amigos, de asociaciones y de fallas se han organizado para acudir a ayudar en las tareas de limpieza de una zona cuyas calles siguen anegadas de barro. Tal es el trasiego de gente y coches que un voluntario con un silbato ha tenido que organizar el tráfico para evitar un enorme atasco.
Mientras, las grúas comienzan a llevarse los cientos de coches que destrozó el agua que en la tarde-noche del martes llegó sin aviso previo, tras haber descargado horas antes en zonas como Chiva o Utiel. También hay bomberos y personal de protección civil en la zona.
“La verdad es que se están volcando” explica a EFE Sandra, una vecina del barrio. Junto a ella están Ramón y Cristina, que también viven en La Torre.
“Nosotros empezamos ayer pero cuando dijeron que podía volver la riada nos metimos en casa y luego bajamos por la tarde. Esta mañana hemos vuelto a empezar y ha empezado a llegar mucha gente, nos han visto empezar a limpiar el paso y se han unido”, apunta Ramón.
“Está todo devastado, no queda ni un coche ni un bajo. Hay que empezar de cero pero no solo aquí: en Paiporta, en Benetússer... La sensación es de desolación”, añade.
Frente a la parroquia de Nuestra Señora de Gracia se ha montado un punto de reparto de alimentos. Una falla del otro lado del nuevo cauce ha hecho una recogida de alimentos y los reparten a los vecinos.
“Yo soy un estudiante de Alicante que vive aquí en Valencia. He venido a ayudar y en el otro lado del puente una falla había montado un punto de recogida de alimentos, y cuando nos han visto nos han preguntado si íbamos a La Torre y nos han dicho que cogiéramos la comida y la cruzáramos”, señala Arturo.
En las mesas portátiles hay leche, productos de higiene, pan de molde, agua o latas. Los regueros de vecinos que vienen a por comida son interrumpidos por nuevas grúas mientras los agentes de la Policía local de València tratan de ordenar el enorme flujo de gente.
“La comida la han traído fallas, oenegés, asociaciones, tiendas... y estamos tratando de organizarla”, explica Mati. Ella es sanitaria del centro de salud del barrio y el martes le cogió la riada. “Eran las ocho y casi se nos lleva a mis compañeras y a mí. Nos abrieron de un piso y pudimos pasar la noche allí”, agradece.
Vecinos del barrio se llevan la comida, unos en carritos y otros con los brazos. En los bajos cercanos y en los portales de las casas siguen sacando un barro que parece no acabarse.