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Notas de un lector

Amor que el amor inventa

La edición de “Rimas eróticas”, de Tere Medina, actualiza una voz perteneciente al grupo de poetas del exilio menor mexicano

Publicado: 10/02/2025 ·
16:47
· Actualizado: 10/02/2025 · 16:47
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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La edición en 1972 de “Sobre la grama”, de Gioconda Belli, supuso una significativa sacudida en la nueva literatura femenina hispanoamericana. En aquel su primer poemario, la autora nicaragüense reivindicaba con súbita valentía la identidad de la mujer desde una honda exploración erótica, junto alafán de subvertir los históricos comportamientos patriarcales a los que se habían visto sometidas. Darse desde lo íntimo a lo plural, resultaba imprescindible para comenzar la construcción de un yo liberado y ajeno a los manidos estereotipos. Junto a Belli, fueron muchas otras las escritoras que abrieron nuevas vías de exploración y reconocimiento al par de las letras en un intento, más que justificado, de reorientar una necesaria cultura de resistencia.

La edición de “Rimas eróticas” (Colección Torremozas. Madrid, noviembre, 2024), de Tere Medina, actualiza una voz perteneciente al grupo de poetas del exilio menor mexicano.

Nacida en Madrid en 1924, en julio 1939 emigró con su familia al país azteca. Allí,alternó diversos oficios y llegó a tener una exitosa agencia de publicidad. En 1974, vio la luz su poemario, reeditado ahora y coincidente con el cumplido centenario de su nacimiento.

En su estudio previo, Nuria Capdevila-Argüelles revela aspectos destacados del periplo vital y de la personalidad lírica de la poetisa madrileña. Además, profundiza en las claves de estas rimas, “dirigidas a un doble destinatario: un tú que es el propio cuerpo materializado a través de Eros, y un tú masculino, objeto de deseo, cuerpo apetecido y receptor de muchos de estos poemas sobre los tiempos del amor y el placer”. Por otra parte, incide en que este volumen “constituye un muy particular ejemplo de la centralidad del tiempo y del yo como temas que se entretejen para urdir el poema. En esta ocasión, la urdimbre son versos que reconstruyen una biografía de Eros”.

Los textos eróticos de Tere Medina no sólo exploran la sensualidad, sino que dan un giro radical a las formas tradicionales sobre el cuerpo y la sexualidad. Mediante un lirismo visceral y subversivo, propone una visión en la que la carne no es pecado, sino un espacio sagrado de experiencia y liberación. Al cabo, se postula un palpable rechazo a las rancias construcciones sexistas que asociaron el deseo y el placer corporal femeninos con la culpa. Aquí y ahora, la carne es lugar de empoderamiento, no de sumisión: “Este crearte en mi cuerpo;/ este imaginarte espuela/ que le impone a mis corceles/ desenfrenada carrera;/ este océano de espumas/ en que me ahoga, esperma/ de intimidades soñadas/ con que me viola tu ausencia”.

En estas páginas, se desmantelan las jerarquías tradicionales de poder en la relación sexual, subrayando una visión donde la igualdad se encuentra en el intercambio mutuo, donde el deleite y la entrega se comparten sin estigmas.

El decir de Tere Medina no emerge de forma sumisani contemplativa. Es una voz activa, consciente de sus afanes y anhelos. No hay goce reprimido ni limitado por ninguna moralidad impuesta. Los cuerpos descritos y amados son organismos completos, que se sienten, que se entregan, que se convierten en lugar de unión frente a un espacio mucho más inclusivo y liberador, donde la belleza de lo carnal es el mejor camino para alcanzar la autenticidad: “Y yo te voy diseñando,/ amor que el amor inventa,/ para llenar con los ecos/ el hueco de mis cadenas”.

 

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