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Miércoles 12/03/2025
 

La escritura perpetua

Jésica

Jésica era quizás la novia que Ábalos buscaba, pero ella aparecía en sugestivas fotos en una web de prostitución que Koldo García mostró al dirigente del PSOE

Publicado: 12/03/2025 ·
10:58
· Actualizado: 12/03/2025 · 10:58
  • La expareja de Ábalos, Jéssica Rodríguez. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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Jésica Rodríguez, la amante por catálogo del exministro José Luis Ábalos, se parece a Maribel, aquella chica de la calle (como se decía antes) que Marcelino, el protagonista de la obra ‘Maribel y la extraña familia’, del injustamente olvidado Miguel Mihura, conoce en un bar, solo que en el caso de Ábalos la pieza debería titularse ‘Maribel y la extraña familia socialista’. Dice Marcelino al final de la función, cuando Maribel trata de explicarle la verdad de su vida: “Y yo me eché a la calle para buscar novia, temiendo que nadie me hiciera caso. Que las chicas se aburrirían conmigo. Y entré en un bar y te vi a ti. Y tú me sonreíste. Y ya no busqué más. Eras tú la novia que buscaba”.

Jésica era quizás la novia que Ábalos buscaba, pero ella aparecía en sugestivas fotos en una web de prostitución que Koldo García, traficante de belleza, mostró al dirigente del PSOE, y según un informe de la Guardia Civil, hecho público por ‘The Objetive’, Jésica llegó a percibir “entre 6.000 y 12.000 euros mensuales, entre el pago de 2.700 euros mensuales del alquiler de un apartamento en la Plaza de España (Madrid), su contratación en dos empresas públicas (Ineos y Tragsatec), y los 1.500 euros que por término medio cobraba por cada viaje” acompañando al ministro. Pero Jésica, claro, no sabía que detrás de su delicada lencería había un juego de sobornos que alcanzaba plenamente la política y terminaría en lo judicial. El caso Ábalos ha sumido en la desmoralización a gran parte de las bases socialistas, entre otras cosas porque el ex ministro fue el encargado de defender en 2018 desde el estrado de Las Cortes los motivos de la moción de censura contra Mariano Rajoy.

Y afirmó allí: “Se tiene que ir, señor Presidente, para que este país vuelva a la ética”. Ábalos seguramente buscó un piso a Jésica en el rascacielos de la Plaza de España porque es un edificio de pasillos laberínticos, donde resulta fácil perderse y pasar desapercibido, como expuso Rosa Montero en el libro ‘La loca de la casa’, y allí estaba Jésica/Maribel a resguardo, y Ábalos entraba y salía, cuestión sin importancia, porque “a nadie le importa” la vida de nadie, como hubiese dicho Paco Toronjo, pero no se trataba de vida privada, porque Ábalos lo pagaba todo con dinero público, dinero de todos, el que Jésica recibía de Ineos y Tragsatec, donde, según propia confesión ante el juez, nunca acudió a trabajar. El complicado caso crece y se ignora el final. Como dice un refrán caribeño: “Lo más seguro es que ya veremos”.

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