El último partido del Sevilla Fútbol Club ha sido un fiel reflejo de toda la temporada, una actuación horrible, sufriendo una goleada contra el Villarreal y quedando un punto por encima de la zona de descenso.
De hecho, el partido no pudo empezar peor. Ocho minutos tardaron los locales en hacer dos goles ante un conjunto hispalense que salió al césped como si de un amistoso se tratase.
Un fallo de Kike Salas en el despeje permitió a Yeremy Pino hacer el primero de la tarde con un disparo contra el que Álvaro Fernández podría haber hecho algo más. El segundo no tardó en llegar, Pape Gueye hizo honor a la ley del ex y desde fuera del área remató con la izquierda para dejar otra vez al portero sevillista en entredicho.
La defensa hispalense era un flan y los futbolistas amarillos se lo estaban comiendo, cada tiro acaba en el fondo de la red.
Los de Caparrós recortaron distancias casi llegando a la media hora del choque, con un centro exquisito de Suso y un buen remate de Sow.
Sin embargo, a los diez minutos, Baena convertiría el tercer torpedo del submarino amarillo. El andaluz sorprendió a los blanquirrojos con un regate a Kike Salas dentro del área y un pase a la red que evidenciaba el espejismo que había sido el gol del centrocampista suizo.
Ya en la segunda parte, Pape Gueye hizo el doblete gracias a un pase de la muerte de Thierno Barry, agrandando así el ridículo del Sevilla.
Al menos los de Nervión maquillaron el resultado en los últimos compases del encuentro, con un gol anulado por fuera de juego a Lukebakio y un zapatazo de Ramón Martínez que dejaría el 4-2 en el marcador.
Con el pitido final de Alberola Rojas, el Sevilla FC puso fin a una pésima temporada, que pudo haber sido peor si Diomande no llega a fallar aquel tiro a portería vacía cuando el Leganés visitó el Ramón Sánchez-Pizjuán.