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Sábado 26/07/2025
 

Notas de un lector

Más allá del azar

Se abrochan quince poemas que además de tener el refrendo de muy diversos galardones, se aparecen como una honda reflexión de la psique humana

Publicado: 23/07/2025 ·
10:50
· Actualizado: 23/07/2025 · 10:50
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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En esta nueva entrega de Andrés R. Blanco (1956), “Razón del laurel” (Huerga y Fierro Editores. Madrid, 2025), hay una notoria intención que el propio autor confiesa en su nota previa: “Quienes participan en certámenes de poesía con obras de extensión limitada y han tenido el mérito y la suerte de conseguir alguna distinción, saben que los poemas premiados difícilmente verán la luz salvo por su lectura, el mismo día de la entrega de premios, o por su aparición en alguna publicación de carácter local y de difusión restringida (…) He reunido una antología de obras premiadas a lo largo de mi trayectoria literaria con el fin de publicarlas en libro y ofrecerlas así a un más amplio conocimiento”.

En esta oportuna compilación, pues, se abrochan quince poemas que además de tener el refrendo de muy diversos galardones, se aparecen como una honda reflexión de la psique humana. A través de ese crisol existente entre la razón y la naturaleza, las deshoras y la acordanza, el escritor emeritense se vale de su empírico vitalismo para interpelar e interpelarse desde lo más íntimo de la condición humana: “Me ensancho hacia la vida con los ojos muy hondos./ Indago la mirada de los cielos/más allá del azar que guarda el horizonte./ Sólo busco una luz,/ un reflejo de sol, una caricia/ para salir del túnel/ de mi frente”.

Los textos se suceden, a su vez, como el mapa emocional de un yo lírico marcado a menudo por el desasosiego, que cuestiona la capacidad del individuo para hallar sentido en un mundo fragmentado ("Un hombre que no encuentra/ dibujo en su razón"). Desde esa alegoría podría adivinarse la incapacidad de percibir la estructura lógica de un universo que gira sumido en la confusión. O lo que es lo mismo, esa eterna dicotomía entre lo racional y lo irracional que surge como un laberinto sin salida.

El verso de Andrés R. Blanco, pleno de cadencia y precisa tonalidad rítmica -¡bendita música!-, se sume, también, en el ámbito de lo real y lo onírico:"Yo soy el que no duerme,/ el que mancha de insomnio las promesas".Y se alza como un síntoma de cierta angustia, de incapacidad de hallar consuelo en las promesas del futuro. Ese estado de vigilia perpetua se refleja en la escritura misma, que no cesa, que se reinventa como un proceso ininterrumpido de búsqueda.Cada imagen está teñida de lo imposible, y crea, al cabo, una atmósfera que sugiere la transitoriedad de la vida y la permanente evasión de las certezas.

A lo largo del volumen, el poeta se mueve entre el deseo y el vacío, entre la iluminación y la sombra, a la vez que batalla contra la imparable fuerza de los recuerdos. Una memoria que lleva hasta las fronteras de un amor concebido desde el diálogo con la conciencia, con la fragilidad de cada huella, pero que le permite aún amar desde la ventura del tiempo, desde el vértigo de saberse completo y completado:“Leña pongo en mis besos,/ calor que bien te arrope./ Y antorcha quiero ser cuando precises/ luz que vaya a tu lado en el camino,/ y hoguera que atempere tu desánimo/ en la noche inclemente./ Fuego soy en tu vida/ porque ardo en dulzura cuando ríes/ y ceniza me siento si tu llanto”.

En suma, una antología, de lenguaje sutil y revelador, que invita a habitar el umbral con los ojos del alma abiertos al temblor de lo esencial.

 

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