Joel Buton ya va de vuelta a su país, a Francia, pero antes su itinerario le llevará hacia Huelva, después Portugal, Santiago de Compostela, Bilbao y su tierra, para entregarle al presidente francés todas las firmas y apoyos municipales que ha recogido para su causa: la erradicación de las minas antipersonas. Será Hollande el que deba encargarse de defender su causa ante el presidente de EEUU, “porque es el que manda”, explica gesticulando, y a la ONU.
Sus pies han recorrido toda Europa y ahora está en Sevilla, donde ya ha conseguido el apoyo del Ayuntamiento y de muchos simpatizantes que firman en sus cuadernos tras acercarse a su compañero de viaje, un carro en el que guarda sus enseres y las decenas de carpetas en las que acumula los apoyos municipales.
Su ritmo va de pueblo en pueblo y dependen del tiempo que tarde en conseguir un documento sellado por el municipio que constate que ha estado allí defendiendo el fin de las minas antipersonas, algo que se le ocurrió tras la muerte de Lady Di, firme activista contra este armamento que mata y mutila a miles de personas en el mundo.
La gente es amable, lo miran con simpatía, incluso la Policía Nacional o la Guardia Civil. “Buenos, me dicen por donde ir y dan bocadillos”. Come lo que puede o le dan, porque algunos le dejan monedas, y duerme bajo el hotel de las 5.000 estrellas. Su próxima cita, en San Juan de Aznalfarache.
