El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se reunió ayer con Barroso en el Palacio de la Moncloa para analizar la crisis financiera y las medidas que estudia la Comisión para hacer frente a su impacto en la economía real y en el empleo.
Ninguno de los dos quiso avanzar la fórmula que permitiría a España estar en la cumbre del 15 de noviembre, una cita a la que, por el momento, sólo han sido invitados los países del G-20.
Zapatero, tras ser preguntado por la posibilidad de que Nicolas Sarkozy le ceda uno de los dos puestos de los que dispondrá en Washington –como presidente de Francia y de la UE–, apeló a la “prudencia”.
“Lo que no me cabe en la cabeza es estar de pie; en alguna silla hay que estar, obviamente”, señaló. Barroso, implicado directamente en las gestiones que buscan garantizar la participación española, dejó claro que su apoyo a Zapatero no es personal, sino que es el de las instituciones europeas, la Comisión y el Consejo, liderado por Sarkozy.
A su juicio, España puede hacer “una gran contribución” en la cumbre por razones “evidentes”, tanto por su “interesante” experiencia de supervisión del sistema financiero nacional, como por ser la octava potencia mundial.
Zapatero agradeció su apoyo y volvió a defender su pretensión. “España debe estar en esa cumbre; he trabajado y trabajo para que esté en esa cumbre”, manifestó. Ambos asumieron que el gobierno de Bush decidió invitar a los países del G-20 porque había que elegir un formato ya establecido y Barroso aseguró que no se trata de una decisión “antiespañola”. Zapatero señaló que él tampoco tiene esa sensación y descartó que una hipotética victoria del demócrata Barak Obama pueda facilitar las gestiones.
Los dos destacaron además que otros muchos países podrían tener la misma aspiración de España y Barroso explicó que abrir la convocatoria es un trabajo diplomático “terriblemente difícil”.
Zapatero, quien hizo público el apoyo de España a un nuevo mandato de Barroso al frente de la Comisión, apostó por que la reforma del sistema financiero internacional tenga “una impronta europea”, para lo que es necesario que los Veintisiete cierren una propuesta con el mayor respaldo posible antes de la cumbre.
El presidente del Gobierno trasladó también el respaldo de su Ejecutivo al plan con el que la Comisión quiere reactivar la economía europea y apoyar a la industria, y apostó por coordinar las medidas que se adopten en España con el resto de países miembros. Citó la necesidad de planes de ayuda al sector del automóvil y a la I+D+i.
Barroso, quien estimó que España y la UE tienen atributos para atenuar el impacto de la crisis e incluso salir reforzadas de ella, elogió el espíritu europeísta de Zapatero porque, dijo, “o nadamos juntos o nos ahogamos juntos”.
Tras repasar las propuestas diseñadas por la Comisión para paliar las repercusiones de la crisis y luchar contra el desempleo, advirtió de que no existe una solución “milagro”.