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Sevilla

El acusado de matar a su pareja dice que fue un suicidio concertado

Un joven de 21 años acusado de matar a su pareja ha asegurado hoy que fue un suicidio concertado entre ambos ya que eran drogadictos, no querían hacer más daño a sus familias y la víctima le había pedido que la "quitara de en medio" porque ella sola no podía

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Un joven de 21 años acusado de matar a su pareja ha asegurado hoy que fue un suicidio concertado entre ambos ya que eran drogadictos, no querían hacer más daño a sus familias y la víctima le había pedido que la "quitara de en medio" porque ella sola no podía.

En su declaración ante el jurado popular que le enjuicia, el acusado Miguel Ángel R.P., que se enfrenta a una petición del fiscal de 21 años de cárcel, ha asegurado que él y su pareja pasaban todo el día consumiendo droga, desde que se levantaban y cuando mató a su compañera habían consumido 200 euros de cocaína base, 30 o 50 euros de marihuana y una cantidad indeterminada de cerveza y vino.

Ha declarado que sus padres iban a echarles de la vivienda que ocupaban y los dos decidieron de mutuo acuerdo "quitarnos de en medio" para que sus familias dejaran de sufrir.

La víctima, Ana María F.G., entonces de 26 años, había intentado suicidarse dos semana antes, sin conseguirlo, por lo que le pidió que la asfixiara porque ella sola no podía y le hacía falta alguien" que la acompañara.

Según su declaración, la víctima se tendió en la cama y él le realizó la "asfixia erótica", una práctica que, según ha asegurado, habían hecho en ocasiones anteriores.

Los hechos ocurrieron el 14 de abril de 2012 en el domicilio que la pareja compartía en Estepa (Sevilla) y Ana María falleció por asfixia, si bien luego el acusado la degolló y le anudó un cable al cuello, hechos que según el forense no influyeron en el fallecimiento, que ya se había producido.

El acusado ha afirmado que no recuerda ningún detalle de lo ocurrido aquél día salvo que él mismo intentó suicidarse por sobredosis de droga, pero debía estar adulterada y no le hizo efecto.

Entonces llamó por teléfono a sus suegros, les dijo que su hija pretendía suicidarse, les citó en una gasolinera y aprovechó su ausencia del domicilio para robarles unas joyas y oro que cambió por más droga.

A continuación volvió a consumir la droga comprada, que según su declaración era una cantidad con la que "me tenía que haber muerto pero debía estar cortada y no pasaba nada".

Al comprobar que por segunda vez no conseguía acabar con su vida, Miguel Ángel se tiró "de cabeza por un barranco" pero fue auxiliado por un automovilista que llamó a un ambulancia, ha relatado el acusado al jurado.

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