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Jaén

El valor de cotización de un puñado de muertos

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Cuando ni la poesía te asiste, te conforta, entonces, sencillamente entonces, la poesía no existe, no tiene razón de ser, o tú, definitivamente, estás muerto, muerto a tiempo completo, muerto de una vez. Una mujer de 87 años intenta suicidarse en plena vía pública, en la Fuente de la Villa de Martos, cortándose las venas. No quiere vivir. Está agotada de esperar el fin. La muerte, ese desenlace cierto al que solo hay que poner fecha, retoma su cíclica prevalencia comercial durante la semana en curso. La caja registradora de los decesos. El interés del finado a plazo fijo. La semana de los muertos. Dios nos coja confesados.
Mientras el alcalde José Enrique, in situ, se compromete a poner en valor visitable el olvidado cementerio de San Eufrasio, los aspirantes fundados a gestionar, de manera rentable, el conjunto de nuestros camposantos  toman posiciones en el tablero jienense. De la Sierra Sur a Linares, pasando por La Campiña, la mancha de la gestión privatizadora de los cementerios municipales de la provincia se convierte, ahora que parece estar la veda abierta de la subasta al mejor postor de los servicios públicos básicos que prestaban los ayuntamientos, en un negocio cortoplacista. El muerto es rentable per se, por su propia condición de individualidad incluida en póliza, de sujeto facturable, de consumidor a título póstumo, de cifra cierta que un alcalde puede negociar, cara a cara, con el empresario interesado, sin temor a equivocarse.


Privatizados, antes, agua, basura, iluminación, semaforización y estacionamientos, apenas restaba deshacerse del subsuelo. El bollo del vivo que hay detrás de cada muerto. Concesiones de cementerios actuales, con derecho de explotación, ampliación y ulterior transformación en modernos complejos funerarios de enterramiento e incineración. No cabe otra, dada la situación agónica de las finanzas consistoriales, habrá pensado Fernández de Moya. Y en éstas, su proyecto de gestión indirecta de tres de los principales aparcamientos públicos -más fondos bajo tierra para salir del atolladero- se habría topado ya con los reparos legales de la Intervención en el consejo de EPASSA. ¿Puede enajenarse un bien afecto a un servicio público, pese a figurar ‘desafectado’ en el inventario municipal? La jurisprudencia al respecto genera dudas. Atentos al verso suelto.
Pleno extraordinario, este jueves. Noche de Santos y Difuntos. Asuntos de trámite y, entre el guirigay, las habituales mociones de pim, pam, pum, entre Junta y Gobierno local a resultas de mil desavenencias irresolubles. Ahí reaparecerá el fantasma del tranvía. Un corredor infernal por el que transitan, las infinitas noches ventosas de Jaén, vagones espectrales cargados de bolsas vacías del pryca y promesas electorales baldías. El PP De Moya se empecina en condicionar su puesta en marcha a la cofinanciación del Gobierno andaluz. No me des consejos, sino euros, vino a decirle el otro día el alcalde y senador a la consejera de Fomento, Elena Cortés, cuando ésta, por fin, acababa de anunciar un plan de viabilidad para el sistema tranviario jaenero.


Pero el propio electorado del PP muestra hastío ante el dichoso tranvía. La gente de orden está hasta las mismísimas narices del determinismo pendolón, fláccido, incapaz, de los suyos en la reconducción de niños muertos. Frente al fallo del Tribunal de Estrasburgo a propósito de la Doctrina Parot, sin ir más lejos, y todos sus muertos. Y de tantas otras pusilanimidades peperas, al estilo Rajoy. La Junta construyó el bicho con la inestimable colaboración del Gobierno Carmen Puri, cuando aún penaban las derechas en la oposición, pero lo cierto es que llevamos más de dos años y medio dando vueltas a la misma calavera. Ser o no ser. Una arteria de césped artificial que atraviesa, inútil y holgazanamente, el corazón urbano de Jaén, un monumento hiperrealista que describe con precisión los límites de la estupidez política, o una inversión de futuro, nacida de nuestro bolsillo, con la que pretendemos llenar el ojo –de buen cubero- del primer outsider que traigan, para levantar el muerto, en amor y compaña, Junta y Ayuntamiento. Cómo en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado, que diría al respecto un hombre recto, y de derechas de toda la vida, como Jorge Manrique.

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