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Lunes 25/11/2024
 
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sociedad

La contaminación por ozono aumentó un 32% de media en las ciudades españolas de 2004 a 2012, según un estudio del CSIC

Los investigadores analizaron los datos diarios y anuales sobre la contaminación por diversas sustancias registrada en 20 núcleos urbanos de más de 240.000 habitantes, 16 puntos de seguimiento de tráfico rodado, 8 zonas industriales de 2004 a 2012

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La contaminación por ozono troposférico (O3) ha aumentado un 32 por ciento de media en las ciudades españolas de 2004 a 2012, según el estudio 'Tendencias en la calidad del aire en España de 2001 a 2012' publicado en la revista Science of Total Environment y coordinado por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA).

   Los investigadores analizaron los datos diarios y anuales sobre la contaminación por diversas sustancias registrada en 20 núcleos urbanos de más de 240.000 habitantes, 16 puntos de seguimiento de tráfico rodado, 8 zonas industriales de 2004 a 2012 y en 9 puntos del mundo rural en todo el país de 2001 a 2012.

   En este sentido, concluyeron que entre las áreas catalogadas como "urbanas", Zaragoza y Las Palmas registraron una media "baja" de contaminación por ozono (19 y 27 microgramos por metro cúbico - mcg/m3-, respectivamente) pero experimentaron el mayor aumento de 2004 a 2012, con un 150 por ciento.

   A continuación, Barcelona y Valencia mostraron un aumento del 80 por ciento, con 21 y 34 mcg/m3 de media respectiva. En cuanto a Madrid, la capital registró, con una media de 38 mcg/m3, un incremento del 14 por ciento en aquellas zonas de tráfico reducido y un 22 por ciento en aquellas de tráfico intenso.

   En cambio, aunque las concentraciones de ozono troposférico en el mundo rural se mantuvieron "más o menos constantes", con un aumento de tan solo un 1 por ciento de 2001 a 2012, los valores medios fueron "significativamente más elevados" que en las ciudades, con una media de 74 mcg/m3 o registros de 90 mcg/m3 de media en la estación de Cabo de Creus (Gerona) o los 80 mcg/m3 en la de Zarra (Valencia).

UNO DE LOS CONTAMINANTES CON "MÁS INCIDENCIA"

   Según ha indicado a Europa Press el profesor de investigación del IDAEA, Xavier Querol, esta discrepancia entre las estaciones urbanas y las situadas en el mundo rural se basa en el carácter "socialmente discriminante" del ozono troposférico, que hace que sus gases precursores puedan desplazarse "hasta centenares de kilómetros" desde la zona urbana o industrial donde fueron emitidos.

   El investigador ha explicado que este gas constituye un "contaminante secundario" que no proviene de ningún tubo de escape o chimenea sino que se genera en la atmósfera a partir de la combinación en condiciones de alta radiación solar de óxido de nitrógeno, procedente del tráfico rodado y los motores diésel, con compuestos orgánicos volátiles formados a partir de carbono, hidrógeno y oxígeno.

   En ese sentido y por detrás de las partículas en suspensión, el ozono es el contaminante atmosférico que "más incidencia" tiene en la salud humana, según Querol, que ha añadido que su peligro radica en "su componente oxidante", que al penetrar en los pulmones aumenta la reactividad de las vías respiratorias a otros contaminantes y provoca una respuesta inflamatoria en ellas. Además, es un proceso al que los niños y los ancianos son "especialmente" vulnerables, en particular aquellos que padecen enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

"LA PRESIÓN DE LA UE PIERDE FUELLE"

   Asimismo, el investigador ha citado el informe "Review of evidence on health aspects of air pollution" (REVIHAAP) encargado por la Comisión Europea a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que encontró una asociación entre la exposición al ozono y un incremento de las muertes prematuras.

   En este sentido, ha lamentado que, a pesar de las recomendaciones de la OMS en el informe para endurecer los niveles de ozono y partículas en suspensión permitidos por la Directiva Europea de Calidad del Aire, el ya saliente comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik declarara el pasado enero que no serían modificadas hasta 2020 durante la presentación de un paquete de medidas para la calidad del aire.

   "Desde la perspectiva científica, es chocante que la Comisión encargue a la OMS un informe y luego no quiera revisar los valores límites de la directiva hasta esa fecha. Nosotros interpretamos eso como una pérdida de fuelle de la UE, un descenso de la presión política europea por reducir los niveles de ozono y las partículas en suspensión entre los Estados miembros", ha apuntado.

EL OZONO, UN PROBLEMA "DE LOS PAÍSES DEL SUR"

   Preguntado sobre los esfuerzos de España para combatir la contaminación por ozono, Querol ha señalado que la tensión política en el asunto es también "poca" en todos los países del sur de Europa, a pesar de que el ozono constituye, en su opinión, un problema propio "de esta región", donde se genera una cantidad "mucho mayor" de este gas por los altos niveles de radiación solar.

   A juicio del investigador, la "falta de presión" que existe en España por encarar la cuestión se explica porque se trata de un problema "que afecta a las zonas rurales" del país, que generan "pocos votos" y despiertan "poco interés mediático".

  "A veces me quedo un poco sorprendido cuando un episodio de contaminación por ozono en una ciudad despierta tanta expectación en los medios, mientras que en el campo, donde el mismo episodio ha sucedido varios días antes y se mantiene hasta varios días después, la atención es menor o inexistente", ha opinado.

   En cambio, ha reivindicado el "ejemplo" de los países del norte de Europa, que "supieron tirar" de legislación ambiental para combatir el fenómeno de la lluvia ácida y promovieron el Convenio de Ginebra de 1982 y el Protocolo de Gotemburgo en 1999, entre otros.

   En esta línea, el profesor de investigación del IDAEA ha reclamado "mayores esfuerzos" en desarrollar proyectos de investigación para obtener una mezcla de compuestos orgánicos volátiles que haga que se genere "la cantidad mínima posible" de ozono en la atmósfera, algo que, ha reconocido, no constituye una "tarea fácil".

   "A diferencia de otros contaminantes como el monóxido de carbono, donde una reducción de las emisiones implica una mejora inmediata de la calidad del aire, con el ozono esta relación no es tan directa porque la reacción es más compleja", ha concluido.

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