Diez días después, nadie ha reivindicado el peor atentado terrorista registrado en Tailandia y no se conocen avances significativos en la investigación sobre la autoría pero hay expertos que ven en la matanza la mano de un profesional.
Ese es el caso de Somkiet Boonchoo, "numero dos" del Consejo de Seguridad Nacional durante el Gobierno civil anterior al golpe militar de 2014 y para quien la conducta del presunto ejecutor del ataque de Bangkok no fue la de un militante ni la de un fanático.
Con 38 años de experiencia en ese organismo, que estudia y analiza la información de los servicios de inteligencia, Boonchoo se remite al comportamiento de ese individuo antes y después de colocar la bomba que causó al menos 20 muertos y más de 120 heridos.
"En la zona hay cámaras de seguridad y sabía que le filmaban pero parecía que no le importaba", dice sobre la actitud del sospechoso en imágenes grabadas en los minutos previos a la deflagración en el templo hindú de Erawan, escenario de la masacre.
En declaraciones a Efe, Boonchoo destaca la tranquilidad con que la misma persona también abandonó la zona en un tuk tuk, motocarro de transporte público, según muestran vídeos grabados asimismo por cámaras de seguridad situadas a lo largo de la ruta de huida.
El especialista subraya que "no hay evidencias" sobre el origen del atentado, y anota que "quizá no las haya nunca".
Pero cree que el "modus operandi" refleja un plan "muy bien urdido" que contó con la "probable" participación de extranjeros -las autoridades mantienen que el ejecutor no es tailandés-, y necesariamente también de cómplices en el interior del país.
El estrecho control que ejerce el aparato de seguridad no invita a pensar en una implicación solo externa, aunque hay otras teorías.
El británico Anthony Davis, experto de la compañía de Defensa y Seguridad IHS-Jane, consideró esta semana en una conferencia en el Club de Corresponsales de Bangkok que el ataque fue perpetrado por el misterioso grupo islamista turco Los Lobos Grises.
Davis apuntó como leit motiv una represalia por el reciente envío forzoso por Tailandia de un centenar de musulmanes uighures a China.
El especialista británico retomó así una posibilidad que en un primer momento barajaron pero luego desestimaron las autoridades.
Pero hay más; la encrucijada política en que se encuentra Tailandia permite que se aventuren todo tipo de interpretaciones.
La junta militar ha prometido convocar el año próximo elecciones para devolver el Gobierno a los partidos de la sociedad civil, en un delicado proceso de transición cuyo calendario sigue en el aire y corre en paralelo a una reforma constitucional que crea polémica.
La nueva Carta Magna incluirá la creación de una comisión con la potestad de suspender el funcionamiento de las instituciones en caso de emergencia, una medida que para la junta garantiza el orden público pero para los partidos políticos preserva el poder militar.
Si las consecuencias del atentado en los círculos dominantes ayudasen a esclarecer la intención con que se llevó a cabo, la primera de ellas ha sido, según recoge la prensa local, un desplazamiento jerárquico en el organigrama de las Fuerzas Armadas.
De acuerdo con el diario conservador en inglés The Nation, el general Preecha Chanocha, hermano del presidente de la junta, Prayuth Chanocha, va a ser nombrado secretario del ministerio de Defensa, lo que le aparta de "la cadena de mando" del Ejército.
Según el diario Post Today -de igual tendencia ideológica que The Nation pero que se publica en tailandés-, antes de la matanza Preecha era el favorito para ocupar la jefatura del Ejercito, cargo que ahora recaerá en otro general, Thirachai Nakwanit.
Analistas locales se habían hecho eco hace días de que el eventual ascenso del hermano del presidente causaba cierto malestar en algunos sectores de la cúpula de las Fuerzas Armadas, tradicionalmente un actor principal en la vida pública.