Seis toros de Daniel Ruiz, tres de ellos con mucho cuajo y volumen y otros tres más terciados y sueltos de carnes, pero todos con aparato y seriedad en las cabezas. Tres de ellos (2º, 3º y 4º) resultaron bravos y dieron gran juego en el último tercio. El resto, con menos fondo, deslucidos o sin pasar de manejables.
El Cid, de nazareno y oro: media estocada y dos descabellos (silencio); bajonazo enhebrado, pinchazo y estocada baja (división de opiniones al saludar).
David Mora, de salmón y oro: pinchazo, estocada tendida trasera y descabello (ovación); tres pinchazos y estocada desprendida (silencio).
Daniel Luque, de grana y oro: estocada caída (ovación); dos pinchazos y estocada desprendida (ovación tras aviso).
Entre las cuadrillas, saludaron en banderillas Ángel Otero, José María Tejero, Raúl Caricol y José Luis Neiro.
Décimo festejo de abono de la feria de Abril de Sevilla. Más de un tercio de entrada en tarde fría y ventosa.
TRES GRANDES TOROS TRES
Una tarde más hubo en la Maestranza menos toreo y menos triunfos que los que claramente propiciaba el ganado lidiado, en este caso tres bravos ejemplares de la divisa albaceteña de Daniel Ruiz que entraron en cada uno de los lotes que sorteó la terna de matadores.
El que le correspondió a El Cid se lidió en cuarto lugar y fue un toro cornalón y con alzada que no apuntó en los primeros tercios nada de lo que acabó desarrollando en el último, salvo para el criterio del torero sevillano, que, muy decidido al tomar la muleta, brindó su muerte al público y apostó por él desde el primer momento.
Hizo El Cid un último esfuerzo para salvar los muebles en una feria que se le iba de vacío, y fue así como lució al toro con generosidad, sólo que la casta y la profundidad del toro brillaron por encima del toreo que le aplicó su matador, que nunca puso el ritmo de la obra en series de pases tan ligeras como cortas.
Fueron varias series de embestidas muy emotivas las que regaló el animal hasta que se desentendió discretamente de la muleta en un muy deslucido final de faena camino de las tablas, antes de que El Cid terminara también de descomponerlo todo con un feo sablazo.
Un turno antes que al El Cid le había salido otra de las bolas premiadas en el sorteo a su paisano Daniel Luque, en este caso un astado de honda seriedad y con dos aparatosas "espabiladeras" como pitones.
Parecía que este otro tenía también las fuerzas justas, sólo que, del mismo modo, fue ante la muleta cuando mostró su verdadera condición: su gran clase en unas embestidas de largo recorrido.
Pero Luque fue dejándolas pasar una a una con una fría y laxa actitud, sin romperse ni apasionarse ante tan óptimo comportamiento y, lo que fue más patente, con demasiadas pausas entre pases que abortaban la necesaria y obligada ligazón de las suertes.
Algo más entonado que sus compañeros estuvo el toledano David Mora con el toro destacado de su lote, un animal zancudo y vareado que salió en segundo lugar y que tampoco se cansó de embestir con claridad, entrega y recorrido a su muleta, sobre todo por el pitón derecho.
La faena de Mora tuvo mejores pasajes, así, al torear con la mano derecha, aunque, con más verticalidad que asiento en su figura, sin llegar a apurar hasta el final de los pases toda esa buena condición de su enemigo, para luego fallar también con los aceros.
Los otros tres toros de Daniel Ruiz dieron bastantes menos opciones, pues el primero se quedó pronto sin fuelle, el también muy serio quinto se empleó poco y sin clase y el sexto se paró demasiado pronto, justo para que Daniel Luque se metiera entre sus buidos y largos pitones en un intento a la desesperada de remontar una tarde que ya se le había ido una hora antes.