Un muchacho de apenas quince años ha intentado sin éxito quitarse la vida en las vías del tren junto al campamento de refugiados en Idomeni. Lo cuenta Francisco Guzmán, coordinador local de Izquierda Unida, que el pasado 30 de abril se marchó a ayudar a los que tratan de llegar a Europa. “Siento puro vergüenza de la gestión europea de la crisis de los exiliados”, relata el que fue cabeza de lista de Unidad Popular-IU en las pasadas elecciones municipales.
Convencido de intentar cambiar las cosas con sus propias manos, Guzmán se retrata a diario con quienes comparte mesa y cobijo o con los muchos pequeños que han hecho de unos viejos almacenes y supermercados en los alrededores de la ciudad de Salónica su cuarto de juegos. Sin perder la sonrisa. Es, precisamente, esa capacidad de superación, lo que más destaca el dirigente de izquierdas. “Hay que poner en valor el admirable instinto de supervivencia de los mal llamados refugiados y la enorme generosidad de las familias, que a pesar de estar viviendo sin poder atender sus necesidades más básicas conservan la sonrisa y la humanidad”, apunta.
La diferencia de idiomas sigue siendo un gran obstáculo pero Guzmán destaca “la gran labor de voluntariado de muchos compañeros españoles que se están dejando la piel en turnos incansables para ayudar”. De momento, él tiene previsto quedarse hasta el próximo 16 de mayo.