A las puertas de una nueva temporada, el Club de Béisbol Tiburones de Málaga vuelve a enfrentarse a los problemas que arrastra desde hace años: tener un espacio adecuado para entrenar.
Todos los jugadores, desde infantiles hasta absolutos, entrenan en un solar cedido por la Universidad Laboral, donde sin vestuario, ni lugares con sombra o agua, muchos de los chicos que llegan para iniciarse en esta actividad terminan por no inscribirse debido a las condiciones. “Es normal que a los padres no les guste el sitio, lo vean inseguro y poco acondicionado”, comentó Rubel Otero, catcher del equipo.
Una de las preocupaciones del presidente de Tiburones, Miguel Padrón, es el fomento de las categorías inferiores. Claro ejemplo de ello son Fernando, que con seis años, no se separa de un bate o Ángelo, que con 11 años lleva en el béisbol más de 7. Lo practicaba en Venezuela con su abuelo desde los 4 años.
“Cuando llegué aquí encontramos este club por Facebook y me puse muy contento, esto es lo mío”, dijo el venezolano, quien bromeó con que su afición a este deporte, el más jugado en Japón, entre otros países, le costó alguna ventana de su casa.
Por otra parte, Miguel Padrón también recordó que el material lo tienen que poner de sus propios recursos. “Es caro. Con una pelota de fútbol juegan 22, pero aquí se requieren mínimo siete bates y con este terreno las pelotas no duran un entrenamiento”, aclaró el máximo responsable del club, quien señaló que “el coste individual de cada bate puede rondar los 150 euros”.
No tan lejos quedó la sanción federativa que les impidió luchar por el ascenso a División de Honor y que invalidó el Comité Andaluz de Disciplina Deportiva demasiado tarde. Ahora, Tiburones vuelve a mirar hacia la nueva temporada con hambre de ascenso. “Tenemos equipo para ello”, aclaró el presidente.
